8.10.25

Huevos de Pascua.


En días pascuales de ayuno y abstinencia, releo dos descripciones gastronómicas en Sándor Márai, de disímil forma expresiva y contenido ajustado al respectivo leitmotiv de cada narración y que hubieron llamado mi atención en su momento y que, a raíz de otra lectura, uno rememora aquí.

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“Se quedaron mirando la imagen del comedor, con la sala de estar al fondo; los muebles enormes guardaban todavía el recuerdo de aquellas horas (…) ¿Qué servirás a tu invitado?
-Trucha -respondió Nini-. Sopa y trucha. Carne poco hecha y ensalada. Gallina de Guinea. Helado flambeado.  Hace diez años que no lo  hace el cocinero. Me imagino que le saldrá bien –dijo, un tanto preocupada.
- Vigílalo tú, así saldrá bien. Aquella vez también serviste cangrejos- dijo muy bajo, como si hablara sólo para sí.
-Sí –respondió con calma la nodriza-. A Kristina le gustaban los cangrejos. (…)
-Cuida los vinos –dijo el general, (…) Da orden de que suban el Pommard del año noventa y ocho. Y el Chablis, para el pescado. Y una botella del Mumm, del viejo, una de las botellas grandes. (…)
-¿Qué quieres de ese hombre? –preguntó de repente la nodriza.
-La verdad –respondió el general." 

La opípara cena aristocrática tendrá lugar en un castillo húngaro en 1940 y todo convergerá, en la novela, en un duelo sin armas entre anteriores amigos, un ajuste de cuentas cuyo punto en común es el recuerdo imborrable de una mujer y una cacería. Ambos han vivido a la espera de este momento, tras cuarenta y un años y cuarenta y tres días, pues entre ellos se interpone un secreto de una potencia tan extraordinaria como para haberles cambiado la existencia. Es su último encuentro. 
Márai, Sándor (2010).- El último encuentro. Ed. Salamandra. Barcelona.


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   “Sin embargo, en aquel encierro hay un elemento tranquilizador (…) Saben que eso es el asedio. El edificio aún sigue en su sitio, (…)
   Los alimentos aún abundan. Todos tienen más de lo que necesitan. En los fogones comunales hierven cacerolas de la mañana a la noche, como si prepararan un banquete nupcial o funerario en el infierno. Por el aire cargado se extiende el aroma y el sabor de platos apetitosos, en una cazuela chisporrotea manteca de cerdo, cuyo aroma se entremezcla con el rancio olor del repollo. (…)
   Erzsébet está instalada cómodamente en su rincón. A veces se acerca al fogón, calienta algo para su propio consumo en el hogar común. Tiene bizcochos, conservas, en una bolsa de papel ha traído un kilo de guisantes y habas. (…)
   El asedio es una realidad y sigue una especie de orden interno y externo. El asedio existe en la ciudad y en el refugio. Reconocer este hecho, esta realidad, es lo único que da consistencia y razón a la vida.” 

   Sin ser una de sus obras maestras, este texto, de escritura coetánea a los hechos novelados y que permaneció inédito hasta más de una década tras su suicidio, se desarrolla con oficio a pesar de la urgencia de su redacción y posee un esqueleto narrativo al servicio de su argumento dramático: la transformación espiritual de la protagonista por la ‘dación en pago’ a la que se ve forzada.
   Budapest, enero de 1945. Sitiada por las tropas soviéticas, mal defendida por los nazis y sus aliados, los fascistas húngaros, la ciudad se derrumba física y moralmente. Abandonada por las legaciones diplomáticas, se encuentra en situación dramática. Escondidos y hacinados en sótanos sus habitantes civiles, salvo muchos judíos, permanecen esperanzados en su liberación o escépticos frente al futuro incierto, aferrados en todo caso a lo que la vida les va deparando.
   Rito o rutina, la gastronomía, aún la de guerra, allí también tiene lugar. 
 Márai, Sándor (2012).- Liberación.Ed. Salamandra. Barcelona.


[Bundesarchiv Bild 101I-680-8285A-06]

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6.10.25

Día del Libro


“Uno nació esteta como podía haber na­cido maricón. Uno tiene una visión estéti­ca de la Historia que viene a coincidir, cu­riosamente, con la visión moral. Pero la estética es primero, lo confieso humilde­mente.

Al hilo de las ‘Memorias' de Emilio Romero.
La noche de la cena en el Ritz, con Díez Alegría y Fraga Iribarne, se lo dije a Emi­lio, antes del primer plato:
        -Enhorabuena, Emilio. El premio es tuyo.
        -Yo no sé nada. A mí me ha metido Lara en esto.
Pero Lara añade, a su agudeza andalu­za, su experiencia catalana. No mete a nadie en nada. Más bien acuden todos a los millones de Lara.
 Luego, cuando anunciaron que Giménez Caballero, con pseudónimo (sutiles condotierismos de mi amado Rafael Borrás), compartía el premio, vi a Emilio, en la mesa de aliado, naturalmente demudado sobre su demu­damiento enfermo y habitual.
Ahora leo las ‘Memorias’ de Emilio Romero, ya publi­cadas, y admiro su agilidad para narrar la Historia (aunque se le va notando que dicta, por problemas en los ojos, muy res­petables).”

Francisco Umbral (La belleza convulsa).

(by google)

16.9.25

Culturas de resistencia.

Hace ya 70 años de la muerte de Charlie Parker y un aventajado discípulo está en escena. Estamos en Londres y el parkeriano saxofonista está exiliado y es judío. Es un disidente, político y musical. También es escritor, se trata de Gilad Atzmon. Crítico con el Estado de Israel, su postura antisionista es atacada a menudo asimilándola a posturas antisemitas. Dada su formación de izquierda, suele explicar, y aplicar, la historia del jazz como una dialéctica de luchas. “El jazz de finales de los años cincuenta sacó a la luz los profundos defectos del sueño americano. Para la burguesía blanca, el jazz era un problema que necesitaba solución: integrarlo en el sistema. Y así el jazz dejó de ser subversivo habiendo pasado a ser un mero género marginal asociado con la música ambiental de fácil audiencia. El mensaje espiritual y político del jazz casi está derrotado. Fue la música de la revolución, pero ahora es el suave sonido del capital”.


                              GILAD ATZMON (http://www.gilad.co.uk/)

La coherencia artística y personal de su obra, le hace asumir que el éxito anule la búsqueda de la legitimidad  y  la  motivación  social  o  política  y  que  de un  disco  meritorio  sólo  quede un movimiento temático, unas frases, unos colores producidos por el timbre de los instrumentos.
Su música, que con base en el ‘bebop’ incorpora música mediterránea, no es considerada por él, en absoluto judía.

“Si eres hebreo eres extranjero de todas formas y a la actividad artística judía le falta autenticidad, según Wagner. El jazz trata sobre la libertad, no sobre la autenticidad”.

Se niega a considerar el jazz como una aventura técnica. El jazz no sería una forma de conocimiento, sino un estado de ánimo, una visión del mundo, una forma innovadora de resistencia.
 

“Tocar jazz es sugerir una realidad alternativa, reinventarse, estar listo para hacerlo hasta el amargo final. Es un asalto contra la racionalidad y una rendición completa a la belleza. Requiere la revisión e interiorización de unos amplios principios armónicos y rítmicos antes de que uno pueda producir su primera frase jazzística, por simple que ésta sea. A lo largo de los años he tenido ocasión de rodearme de gente mucho más dotada que yo, de músicos mucho más avanzados que yo... Para mí, ser músico implica poder expresarse uno mismo a través de la música, ser uno mismo. Es mucho más fácil ser otra persona [un clon] que uno mismo”.

¿Cómo escuchar entonces su música sin prejuicios?
- Es blanco… ¡Oh!
- Es judío… ¡Ah!
- Es propalestino… ¿No? Y sin embargo...
  
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El melómano de jazz para no caer en la tentación tiene que escuchar la música como Ulises atado al mástil. Y la tentación es no transformar los sonidos en relatos ni los acordes en conversaciones.
Escuchar entonces el proceso sonoro que deviene música: los entrelazamientos de una sección rítmica, el uso de la disonancia y la síncopa o los estallidos emocionales, que constituyen, según Paolo Fabbri, un pálpito continuo de transformaciones.
El jazz inventa sus reglas. Y es aquel en el que domina la improvisación, deja a un lado toda armonía y toda melodía, no teme a la cacofonía, experimenta con timbres nuevos y crea estructuras propias, sus propias formas de previsibilidad.
Como cualquier improvisación colectiva, sigue Fabbri, también la del jazz se vale de estratagemas: los desarrollos melódicos, el cromatismo consonante pero ajeno a la escala y las improvisaciones modales o las atonales.
La forma de vida que el jazz nos propone tiene una extraordinaria importancia para la teoría cultural en sus aspectos artísticos, estéticos y políticos. Gilles Deleuze ha señalado en la música de jazz una dimensión política que no se limita al desarrollo de significados culturales en la interpretación. Política que supone investigación, experimentación e invención de un lenguaje. Una sesión de jazz crea una comunidad, un colectivo de ejecutantes y oyentes e introduce, al mismo tiempo, sentido en la naturaleza muda de un sonido sin significado.
Como el lenguaje sonoro de la música carece de nivel semántico, y es precisamente aquí, dice Fabbri, donde radica su contenido y su sentido, se habla de ella sólo mediante metáfora poética o alegoría social. Siendo sobre todo la de jazz, la que merece más adjetivos calificativos y epítetos despectivos, más simplificaciones sociológicas y antropológicas.
  

Vide: AA.VV., Jazz in Emilia Romagna. L'arte, la storia, il pubblico, Europe Jazz Network Ed., 2005.

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20.8.25

Mi nombre es fracaso.

        Tres años antes de que yo naciera, tres años casi exactamente, en sus anotaciones convertidas en diarios, Julio R. Ribeyro había confesado su fracaso, rodeado de oscuridad, de cenizas, incapaz de todo y con una pereza moral irresistible.

Han tenido que pasar más de veinte años de su muerte, para conocer su lucidez y compartir su perspectiva vital de soledad cuando ya uno no puede ni siquiera conversar consigo mismo. 
 La búsqueda de la verdad está destinada al fracaso. He estado desenterrando viejos textos míos publicados en su día en una revista perdida. Tan viejos eran, que no estaban ni en soporte informático. Para recuperarlos, lo más directo ha sido encontrarlos en los archivos del desván y teclear en la computadora los textos originales de los artículos escritos con estilográfica por mí.


No sé si los textos admiten relecturas después de treinta años, pero lo que sí ponen de manifiesto es que mi estilo formal ya estaba allí, prístino. O mejor dicho, no sólo estaba acullá sino que, por desgracia, todavía sigue acá.
Como si siempre hubiese estado uno escribiendo el mismo, único, texto.
No haber conseguido modificar la forma de escribir tras largo, larguísimo tiempo, sólo es índice de un fracaso sin paliativos que recomendaría, a partir de ahora, el ejercicio del silencio por mi parte.
Y es que no se trata de una dolorosa sequedad menopáusica, es que el pozo, seguramente sin aforar, estaba sin caudal.
Pudisteis haberme dado temprano aviso y ahorrado así tanta decepción que ha desembocado en este estuario de inutilidad profunda.
Como mío sólo siento una incompetencia para todo lo que la vida es. Y es que nunca aprendí a existir.
La vida ya no me sienta bien a estas alturas.


 "No hay ninguna tumba que pueda contener mi cuerpo ahí abajo".
Johnny Cash. [American VI].
 
 

Final de partida y tiempo de silencio


Cuando llega este día cada año siempre piensas como fatigan los blogs.
Algunos reflejando esas tragicómicas relaciones a lo Beckett: varón-hembra, padre-hijo, amo-esclavo, hombre-perro... Y otros incólumes. Serios, honrados. Como el de Bartleby. ¡Va por Ud.!


“No es fácil escribir en un blog lo que nos interesa en cada momento, ya que escribirlo no es lo que nos interesa”. (Thoreau)


Hay otra feria del libro. La que prefiero disfrutar. La del librero que, aliviado de la venta de novedades por las casetas oficiales, puede, si penetras en su vieja librería, enseñarte y aconsejarte sobre descatalogados y restos de series.
Buscando algo sobre Duchamp, me enjareta el vendedor hacia una estantería polvorienta donde encuentro un caduco número de la revista ER, editada por los catalanomaternos Tous y Fanés. Y héteme aquí que contiene, aparte de un 'Duchamp' por Trías, un irónico artículo de Azúa sobre la ironía y otro del propio Fanés sobre Benet, amén de ensayos sobre la memoria en boga, disculpa temática del monográfico.
Editar Bartleby en el Nickjournal la portada del otro miércoles (jo, iba a decir del otro jueves) y relacionar Benet con Azúa fue subconsciente. (U otro pequeño homenaje a otro nick).
Bartleby, aquí le digo, en estos tiempos de tergiversaciones y querellas, algunos querrían hacer bueno el (leído en ER) cinismo de: "que suerte que hubo guerra civil, porque así tenemos libros tan buenos como los que escribió Benet sobre ella".
Por fortuna, una media verónica del antitaurino Vicent el sábado en Babelia, dejó el toro en suerte: Benet, "es un escritor con discípulos y comentaristas, sin lectores". Y es que era mejor escritor Martín Santos. Aunque siempre haya un benetiano de guardia (sobre los luceros).
¿Como Ud.?

P.D. Como también me endilgó el librero las actas de unas pasadas jornadas sobre (¡no!) Wittgestein, me voy a la cabaña a estudiarlas y no sé si va a ser capaz Ud. en julio de sacarme de mis casillas, ahora que mi infelicidad se funda sobre la total carencia de acontecimientos.
Como dice el verso de A. Colinas: "Nunca me iré de aquí, aunque me vaya."




Minha Tapada







(Sr. Verle)






(Sr. Verle)


Y al oeste...




“Es vano ponerse a escribir si te tiemblan las piernas”.

H. D. Thoreau




(by Sr. Verle)


Flores de mayo (y 2).



"Quien ha visto una vez los granados del patio de la finca de Dolores, tiene que volver".
Peter Sloterdijk

Flores de mayo (1).


Una flor silvestre de lo más efímera.


 Zarzarrosa

 A propósito:

"El hechizo del hada comprometiéndola no a una incierta espera de lo que todavía podría ser, sino a la eterna recreación de lo que no puede sino ser".

Zarzarrosa, obra de Robert Coover (autor de la celebrada Azotando a la doncella), es una nouvelle postmoderna, un prodigio de perversa sutileza, un alarde de inquietantes rituales, un campo minado,  en definitiva.
Según su reseña en Anagrama, se trata de una recreación, brillante y provocadora, del inmortal relato de la ‘Bella Durmiente’ (Rosa  espino), cuento popular que simboliza el despertar sexual de las púberes.
En el relato de Coover aparecen, un Príncipe, que atrapado en las zarzas sueña con la belleza que le está esperando; una Bella Durmiente que no se puede despertar, soñando con una sucesión de príncipes que la besan; y una vieja hada, que habita en los sueños de la princesa, entreteniéndola con la leyendas de otras bellezas durmientes y tratando de imaginar la naturaleza de su deseo humano.