26.2.22

La guerre de la Ukraine n’aura pas lieu.

¿Pero que dijeron los muertos?

¿Ha regresado alguno de la muerte?
¿Si quiera uno sólo de los millones que murieron regresó y dijo en nombre de dios, estoy contento de estar muerto porque la muerte es siempre mejor que el deshonor?
¿Dijeron estar contentos de morir por hacer un mundo mas seguro para la democracia?
¿Alguno de ellos dijo: mírenme estoy muerto pero morí por la decencia y eso es mejor que estar vivo?
¿Alguno de ellos dijo: ¡viva! morí como un hombre y estoy feliz, miren como canto aunque mi boca se atraganta con lombrices?
¿Alguno de ellos dijo: es bueno pensar que me volaron las entrañas por el honor de mi país?
¿Alguno de ellos dijo: aquí estoy y me he estado pudriendo años en una tumba extranjera, pero es maravilloso morir por tu patria? 

Nadie sino los muertos saben... Y los muertos no pueden hablar.
(D.Trumbo)


25.2.22

Derecha y judíos.

 


La actitud de la derecha española hacia los judíos en la 1ª mitad del siglo XX, estuvo marcada por la interacción constante entre la mitología política de la sociedad, la geoestrategia gubernamental exterior del estado y las ambiciones coloniales de los poderes fácticos.

A dicha relación pueden asignársele tres dimensiones ideológicas y estratégicas, dos externas y otra interna:
El imperialismo español en el norte de África, tras la pérdida de las colonias americanas a finales del XIX,
La política exterior española del franquismo durante la segunda guerra mundial, y
Los mitos arraigados en la ideología de esa derecha, que respondían a los arquetipos creadores de las identidades colectivas.

Y es que en toda sociedad moderna, y la española no es excepción, existen cuatro mitos políticos, según Raoul Girardet:

El mito de la edad de oro,
El mito de la conspiración,
El mito del personaje salvador y
El mito de la unidad.

El uso de estos mitos en cada momento histórico, por eso se suelen reelaborar en tiempos convulsos, no deja de hacer patente sus contradicciones, que son racionalizadas por el poder en función de sus intereses ideológicos.

Eso ocurrió en la deriva, entre el antisemitismo y el oportunismo, que tuvieron las relaciones entre la derecha española y los judíos, según estudia, en el periodo citado, la profesora Rhor en su libro (del que corresponden las ideas citadas).
 
 
 

23.2.22

El jazz y la ciudad.

 


Vayamos ahora hacia la ciudad... seamos sociológicos.
 
La ciudad es divertimento y comercio. Su esencia siempre fue celebra­ción. Y quiérase o no, un celebrar misterios, amén de integrar lo que de suyo le llega y le rodea. Ella, la ciudad, protege desde una virginidad y unos amoríos ininteligibles, lo que hay que celebrar en grande y perió­dicamente. Para uno de sus grandes tiempos, la noche, se dio, desde fines del siglo XIX y más aún en estos últimos siglos, la gran manera de celebrar: la tradición blues-jazz, como género. Una celebración única atendien­do distintas resonancias y experiencias urbanas y étnicas incubándose en la noche. Porque la noche es el tiempo-espacio del encuentro multiétnico de la ciudad americana, el momentum de la utopía; es la sombra del mercado, en el que se da, desde 'el intercambio mudo' (etnología), hasta el 'intercambio escandaloso' (sociología).
Es que, en verdad, la tradición blues-jazz es para la ciudad de hoy, lo que el negro para la noche, histórica y etnológicamente. Teatro, drama y diver­timento. Todo ello le está dado al jazz-blues y a su condición de géne­ro. Le está dado todo lo oscurecido y puesto en sombra, como también lo tendido; le pertenece ya en su hermética endemoniada, la que de sí nos trae el propio monosílabo jazz... raptos, 'rag-time', 'boogie-woogie' (cosa mala), meneo, swing, sensualidad desde el arranque; andrajoso pero blues.
Es decir, todo lo que el negro ha perseguido siempre arriba y al Sur del Río Grande para poder ser integrado y ser un sí mismo. Porque es sentirlo imaginadamente y corporalmente como suyo, porque no está fuera de él, lo tocará desde Nueva Orleans a Chicago, desde San Francisco a Nueva York. Y quizá entonces lo verá y vivirá tanto como cualquier otro ser anochecido, presidiendo los misterios del éxtasis en este Occidente actual. Incluso, es probable que hasta los rusos hayan empezado a sentirlo, sobre todo desde que el guaguancó montuno los bailó y arropó en el Caribe.
(...)

Es muy significativo que haya sido Nueva Orleans casi la única ciudad norteamericana (estadounidense) que combinó a España (la primera hue­lla), Francia (la segunda huella) e Inglaterra grosso-modo (la tercera hue­lla), como tres sombras en una. Es además altamente sintomático que el norteamericano común hablara de ella (sobre todo a fines del siglo XIX y principios del actual) como ‘el país de los sueños’.
Nueva Orleans fue conocida en ese contexto de Golfo-Caribe como ‘The Crescent City’ (La ciudad que crece) sobre todo llamada así por los norteamericanos de más raíz, los del sur. Y es que uno siente en esta expresión la imagen de una ciudad nueva, emergente, musicalmente una ciudad in crescendo, como efectivamente su historia lo demuestra.
El jazz-blues tenía que surgir desde un sur, y en un sur tropical. El jazz está atado básicamente a una historia tropical, a una historia que se gestó en los dos grandes trópicos. Uno algodonero mayor­mente, el otro azucarero. Se inició en Nueva Orleans, esto es, en la propia mitad costera del Golfo, en la propia des­embocadura majestuosa del gran río de su voz, el Mississippi, el río que se susurra como el monosílabo del jazz. El Mississippi es su oralidad; y Nueva Orleans su voz, que le es tan propia.
Sin entrar en mayor hondura se afirma y se siente que esta imaginería vive en esa ciudad y región del Golfo y del Caribe con todo y el pesar de que ese ‘país de los sueños’ haya pasado, bajo la locura nomádica del colono, hacia el Oeste, a otra ciudad ya apagadamente hispánica, porque en tan vasto territorio hay distancias, sí, que matan, Los Ángeles, de sombra hispánica desfalleciente, y a su zoo-mecánico, Hollywood, (el bosque feliz), la ‘fá­brica de sueños’.
Lo cierto es que con ese eje triple de noche, de sombra y de ciudad, la blancura y la negrura se dulce­almidonaron en Nueva Orleans [*].

&&&

“La vieja Nueva Orleans es una gran ciudad del sur,
donde seguramente encontrarás hospitalidad.”
New Orleans Hop Scop Bluesby George W. Thomas.


Otra versión NOHSB.




[* de López Sanz, R.- El jazz y la ciudad.Monte Ávila Ed. Cacracas. 1992].


21.2.22

Biografía senti-mental.

 


Pedazos de vida, sin ser extraordinaria, en doce palabras: 
"Estudiar la carrera en Valladolid en los años 70 tuvo su busilis”.

En efecto, in diēbus illis la ciudad se debatía entre el conformismo provinciano de capital castellana tradicional y un desarrollo productivo que estaba dando al traste tanto una configuración urbana anquilosada como un conservadurismo burgués arraigado secularmente. Los barrios obreros de inmigrantes económicos interiores surgidos al socaire de la industria de automoción y afines fueron focos de movilización y toma de conciencia ciudadana a las que los universitarios, sin entender entonces que comenzaban los estertores del franquismo, no fuimos inmunes (hubo incluso quién escribió sobre ello una mala novela que, indefectiblemente, fue premiada).

Pero también, la acomodación a nuevas expectativas ideológicas pasaba por el fomento de inquietudes culturales generales, amén de iniciaciones sexuales varias. Un terreno al que me llegó allí una nueva apertura mental, a tenor de las circunstancias, fue la música. Tres compañeros fueron claves, bien temperados por cierto. Uno, en el campo en el que yo estaba fuertemente, y prácticamente en exclusividad, enraizado, el pop anglosajón, que se ensanchó con intercambio de discos y cassettes. Otro, en el de la música clásica, que él cultivaba con fruición familiar y que para mí fue una novedad total cuando comencé, y aún me dura, a interesarme y asistir a conciertos y audiciones de sociedades musicales que en la ciudad proliferaban.  Y, por fin, el tercero quien me puso en contacto con la que acabaría siendo mi preferida, el jazz. En este caso se trató de una auténtica caída del caballo y conversión entusiasta y proselitista que me acabó arrastrando como un fanático, dada la penuria de ofertas pucelanas, hasta los festivales de jazz de la ciudad de origen de mi amigo y otros limítrofes y a la búsqueda compulsiva y compra de vinilos, LP’s cuando era posible. 

Tengo que reconocer sobre ello otra deuda importante, no, trascendental, que produjo mi definitivo encantamiento. Las charlas-audiciones que por entonces impartieron Paco Montes y Juan Claudio Cifuentes ‘Cifu’ en el pabellón de la Feria de Muestras, allí en la Huerta del Rey. Fue una visión profunda y progresista de la historia del jazz, de J. R. Morton (1) al ‘Art Ensemble of Chicago’ (2) pasando por el rey, el duque, el conde y todas las figuras seminales (Parker, Davis, Coltrane, Monk, Rollins, Mingus, etc.), con magníficos ejemplos musicales cuya asimilación con los cientos de datos del recorrido que nos proporcionaron, sirvió de base, con la pasión de un converso, a mi conocimiento y a mis preferencias en un género a priori difícil y esotérico. 

También debo recordar, a mayor abundamiento, las sesiones sabatinas que, por la tarde después de comer y previo a que prevaleciera su nocturno ambiente guatequero y de música del momento, la discoteca South organizaba, a precios moderados de copa, con buenas audiciones de los grandes del jazz, muy en sintonía con las enseñanzas del Cifu, desde su local de la calle Miguel Íscar. Calle, que hoy concentra ella sola el mayor número de entidades bancarias por metro cuadrado de España, según dicen los periódicos. O tempora! O mores!

(1) https://www.youtube.com/watch?v=ujFWZrs6pow 
  




[cortesía de T.]