15.1.22

Aislamiento.

 


¿Qué significa aislamiento?

Significa soledad creadora. Significa distancia reparadora. Significa tiempo presente. Presencia activa de ti en ti, cualquier día, cualquier hora.

Significa iluminación de sombras, eliminación de miedos… espera. Espera paciente y pacífica.

Un nuevo lugar, físicamente delimitado pero abierto a tu mente, que puede escapar de ahí por los vericuetos de la remembranza y por los sumideros de la esperanza.

¿Aislamiento significa dolor?
El aislamiento depende de los recuerdos. Esas palabras que te dices a ti mismo.


01/11/2014
 
 
 

14.1.22

Muerte & Cía.

(Después de una tarde de cine negro).
No es lo mismo que un detective, Sam Spade, enamorado de la mujer fatal, cumpla su código y, ‘mal que me pese encanto’, la entregue a la justicia justiciera, que un detective, Philip Marlowe, enamorado de la fatal mujer, adapte su código y cargando el muerto a un muerto, cargando por tanto la muerte como la suerte, se quede con la chica.

Diferencias entre la izquierda y la derecha. Dashiell Hammett vs. Raymond Chandler.

Como “todavía queda gente educada que mantiene encarecidamente que el cine no es un arte” según Rudolf Arnheim, es preferible entregar a la policía a la atusada Mary Astor y quedarse con la sensual Lauren Bacall y enseñarle la bailarina balinesa que, los de mi talante, tenemos tatuada en el pecho.
 
(L. B.: - No me gustan sus modales.
H. B.: - Me tiene sin cuidado que no le gusten mis modales, ni siquiera me gustan a mí).


*
[Dashiell Hammett  que trabajó como detective, fue un novelista influyente y admirado (existe un pequeño ensayo muy elogioso de Cernuda sobre él), se le tiene por creador de la novela negra (no obstante los celos de Chandler). A pesar de su dipsomanía, acabó militando en movimientos antifascistas y hostigado por el FBI fue convocado ante el Comité de Actividades Antiamericanas.
Con motivo del cincuenta aniversario de su muerte, Errata naturae propone en su volumen ‘Interrogatorios’ (2011), por primera vez en castellano, las minutas de sus testimonios, emocionantes y perturbadores, que dan prueba de su ética personal y de la fidelidad a sus principios y a su libertad.
Sin embargo en el Retrato de Dashiell Hammett por Higinio Polo en El Viejo Topo (2007), se dice que Hammett no quiso responder más que a una pregunta cuando fue convocado en 1951 ante el Comité de Actividades Antiamericanas.
Ante unos documentos firmados con las siglas D. H. se le preguntó: ¿qué significan esas iniciales? y respondió que eran sólo dos letras del alfabeto.
Aún así fue encarcelado y destinado a fregar letrinas carcelarias].

Religare.

 


Según se repite a menudo, el paradigma europeo de ‘ministro de cultura’, André Malraux, parafraseado también por Roger Garaudy, habría dejado escrito que el siglo XXI sería religioso, o no sería.
Y es que en algún postrero fin de semana primaveral, a raíz de varias publicaciones, se ha puesto sobre la mesa, de los suplementos culturales, la cuestión del auge o no de la religión en esta década.

En Babelia, Karen Armstrong decía, hace tiempo, que hasta el siglo XVIII, ha sido conceptualmente imposible separar la religión de la política (*) y que la idea de una religión como algo privado y personal es algo moderno. Ahora, la religión estaría perdiendo terreno en Europa, pero Europa se estaría quedando muy pasada de moda en su secularismo, “Nuestro laicismo está pasado de moda”, afirma. Y añade que en otros lugares la gente se está haciendo más religiosa, para bien o para mal. Y es que ve en la religión la posibilidad de escapar del horror que nos rodea y buscar sentido para sus vidas.
[No obstante, en columna adyacente J. Sampedro concluía su crítica reconociendo que no se atrevía a recomendar su libro Historia de la Biblia a un ateo].

Por su parte en El Cultural, -que ya había hablado con Armstrong hacía dos semanas y ella había insistido en que la religión convencional estaba sin duda en decadencia en el norte de Europa, pero que en el resto del mundo, la religión estaba en aumento-, A. Espada citaba escritos de Michael Shermer, en el sentido de que no es un producto de la imaginación, sino datos de una encuesta, la tendencia en el nuevo siglo a que no haya religión. Por la vinculación, como piensa Pinker, del progreso con la ciencia.
Espada apostillaba en su columna que un mundo sin religión podría ser un mundo mejor, pero no sería un mundo fácil.

Religión sí, religión no, lo curioso del caso es que el inteligente y desengañado Malraux jamás pronunció la frase del principio. Tal y como él mismo reconoció en una entrevista concedida al semanario francés Le Point en 1975, un año antes de su muerte: "A mí se me ha atribuido esta frase, pero jamás he dicho que el siglo XXI sería religioso o no sería en absoluto, porque del siglo XXI yo no sé nada" [subrayado nuestro].
 
*** 
 

(*) No aprender del pasado. Y nos lo tiene bien contado Jean-Pierre Dedieu.

En Occidente, sociedad civil y sociedad eclesiástica siempre se consideraron autónomas la una de la otra, cada una tenía su propia escala de valores y sus propias instituciones rectoras. Entre la una y la otra, existía una tensión constante, y tal tensión fue probablemente el primer motor del dinamismo cultural que se manifestó pronto en Europa occidental. Pero cuando la Reforma trajo consigo la ruptura de la sociedad religiosa en varios bloques incompatibles, era casi imposible que la tensión entre las dos no llegase a destruirlas a ambas.

De ahí el que la búsqueda frenética de soluciones se hubiera convertido en el tema principal de la historia europea en la edad moderna. Fundamentalmente se propusieron cuatro soluciones:

La primera, la alemana. Consistía en fraccionar el espacio político en trozos lo suficientemente numerosos como para que no hubiera obstáculos a reconstituir dentro de cada uno las distintas unidades confesionales.

La segunda solución triunfó en España, Italia y Portugal. Se restableció la unidad confesional eliminando por la fuerza la disidencia, teniendo allí un papel capital la Inquisición, colaborando en ello el poder político estrechamente con el eclesiástico.

Francia inventó la tercera vía. Al ser impensable el fraccionamiento del espacio político logró compaginar la unidad civil con la diversidad religiosa reforzando el nexo que unía las dos sociedades, desarrollando el poder real, inventando el absolutismo y, de paso, la tradición ‘jacobina’.

Los reinos británicos tuvieron que inventar una cuarta solución, desconfesionalizando su vida política y decretando que, cuando los actores sociales actuaban civilmente, no había que tomar en cuenta sus creencias confesionales.

¡Ay! las islas vs. el continente.

 Maldita religión.

 

 


12.1.22

Inmunitas.

 

[by Google]

Como profeta en tierra ajena, escribía Byung-Chul-Han [*], que el siglo XXI no sería ni bacterial ni viral, sino neuronal. El panorama patológico de comienzos del siglo, también en el campo social, no es tanto de infecciones sino de trastornos neuronales que quedan ajenos a las técnicas inmunológicas de ataque-defensa, de repeler lo extraño y eliminarlo a causa de su otredad.

Según él, habría habido un cambio de paradigma en el que desaparece la otredad y la extrañeza, sustituidas por la diferencia y el exotismo. La sociedad, hoy, se sustraería del esquema de organización inmunológica, ya que parecería cierto que el paradigma inmunológico no es compatible con la globalización y que también la hibridación cultural es diametralmente opuesta a la inmunización.
 
"Los profetas y adivinos, embaucan a los cretinos".

Sin embargo, los hechos son tozudos y, con toda la preocupación actual, el discurso inmunológico no sólo sigue en boga, sino que es imprescindible. Se sigue planteando una respuesta de protección ante un peligro que amenaza las defensas humanas de todo orden y en toda dimensión. Completando en esta década a lo que ya se había detectado que era congruente poco antes, aplicar la respuesta a inmigrantes o refugiados, pese a la ceguera de Han, a ataques informáticos o a la superproducción y la superinformación [como nos han hecho ver Esposito o Baudrillard]. Pero el peligro es letal en estos momentos.

 Y en estas graves circunstancias, algunos además continúan fomentando otro peligro conocido. Y si no, obsérvese el fenómeno de los nacionalismos actuales -aquí el catalán-, para reforzar la visión inmunizante. En su discurso no sólo se afirma la inmunización sino que se agrava. Para ellos, lo otro es lo negativo. La resistencia inmunitaria se tiene que dirigir siempre contra lo otro o lo extraño, porque en un sistema dominado por lo idéntico no tiene sentido fortalecer las defensas del organismo biológico o social. El sujeto repele lo otro, lo expulsa, aunque el extraño no tenga intención hostil. El rechazo inmunológico es una reacción frente a la supuesta negatividad de lo otro. Por ello, la otredad que suscita una reacción inmunitaria, se opondría a un proceso de disolución de fronteras, reforzándolas.



[*] Byung-Chul-Han (2017).- La sociedad del cansancio. 2ª ed. Herder, Barcelona.



La peste.



La Peste. Albert Camus.
Trad. Rosa Chacel. Edhasa. Barcelona 1977.

[ca.1947]

2
(…)
- Ustedes no han comprendido todavía -observó Rambert alzando los hombros.
- ¿Qué?
- La peste.
- ¡Ah! -dijo Rieux.
- No, ustedes no han comprendido que su mecanismo es recomenzar.
Rambert fue a un rincón del  cuarto y abrió un pequeño gramófono.
- ¿Qué disco es ése? -preguntó Tarrou-; creo que lo conozco.
Rambert respondió que era ‘Saint James Infirmary’.
En medio del disco se oyeron dos tiros a lo lejos.
- Un perro, o una evasión -dijo Tarrou.
Un momento después el disco se acabó y la sirena de una ambulancia se empezó a distinguir, creciendo al pasar bajo la ventana y disminuyendo después hasta apagarse.
- Este disco es absurdo -dijo Rambert-. Y además es la décima vez que lo oigo en el día.
- ¿Tanto te gusta?
- No, pero no tengo otro.
Y después de un momento:
- Está visto que la cosa consiste en recomenzar.
(…)

* * *

Existen canciones, pasajes melódicos, que se instalan en tu vida tras innumerables escuchas, convirtiéndose en banda sonora de tu propia historia personal.
Se trata de uno de los temas más versionados del blues y del jazz: ‘St. James Infirmary Blues’. Un tema cuya triste y otoñal melodía proviene de un clásico del folk inglés del siglo XVIII. La letra ha sufrido diversas modificaciones a lo largo del tiempo y del entorno cultural, pero parece que basa su ubicación en la enfermería del St. James londinense.




* * * 


St. James Infirmary.
(Wikipedia)

St. James Infirmary Blues’, también conocido como [a.k.a.] ‘Gambler's Blues’, se considera con frecuencia una canción popular estadounidense de origen anónimo. Moore y Baxter publicaron una versión de dicho tema en 1925. En 1927, Carl Sandburg publicó un libro llamado The American Songbag que contenía letras de dos versiones de una canción llamada ‘Those Gambler's Blues’. Sin embargo, el tema de ‘St. James Infirmary Blues’ se le suele atribuir al compositor Joe Primrose (seudónimo de Irving Mills), quien tenía los derechos de autor de varias versiones de la canción, registrando la primera en 1929. Por ello, reclamó los derechos de este título específico y ganó un caso en la Corte Suprema de los Estados Unidos.
También a menudo se dice que ‘St. James Infirmary Blues’ se basa en una canción popular tradicional del siglo XVIII llamada ‘The Unfortunate Rake’ (también conocido como ‘The Unfortunate Lad’ o ‘The Young Man Cut Down in His Prime’) sobre un soldado que usa su dinero en prostitutas y luego muere de una enfermedad venérea. Pero las versiones grabadas populares en el siglo XX tienen poca relación con la canción tradicional más antigua. La primera forma conocida de esta canción se llamó ‘The Buck's Elegy’ y está ambientada en Covent Garden, Londres. Según Robert W. Harwood, Al Lloyd fue la primera persona en conectar ‘St. James Infirmary’ con ‘The Unfortunate Lad / Rake’. Harwood se refiere a un artículo de cinco páginas de Lloyd en la edición de enero de 1947 de la revista de música inglesa Keynote. En 1956, Lloyd publicó una versión revisada de este artículo en la revista Sing. En ambos artículos, Lloyd se refiere a una canción inglesa titulada ‘The Unfortunate Lad’, comentando que la canción a veces se conoce como ‘The Unfortunate Rake’. La primera línea de esta versión de la canción se refiere a un ‘hospital con esclusas’, no a una institución llamada St. James. Dicho término era el nombre de una institución en Southwark, Londres, donde los leprosos eran aislados y tratados, también quienes padecían enfermedades venéreas. Lloyd afirma que una canción recopilada por Cecil Sharp en los Apalaches en 1918 que contiene las palabras ‘St. James Hospital’ es la canción principal y que parece un pariente mayor de ‘The Dying Cowboy’. También afirma que esa versión de los Apalaches se deriva a su vez de la versión publicada por Such en Londres en la década de 1850 que se refiere a un ‘hospital con esclusas’.
Los artículos de Lloyd comentan también el éxito en el jazz de ‘St. James Infirmary Blues’. En el primer artículo citado afirmaba que “la canción es, o fue antes de que se corrompiera, una balada narrativa. Tales baladas son raras en la canción negra... Por lo tanto, surgen dudas sobre si 'St. James Infirmary' comenzó su andadura como una canción negra”. Y en el segundo artículo: “La mayoría de las versiones de 'Infirmary' incluyen una serie de estrofas de otras canciones, injertadas en la raíz principal, una confusión especialmente común con las canciones actuales entre los negros”. Lloyd señala también que en algunas variantes tempranas de ‘The Unfortunate Rake’ el sexo de la víctima de la enfermedad venérea era mujer.

El segundo artículo de Lloyd es citado a manera de referencia por Kenneth Goldstein como fuente para la historia de ‘St. James Infirmary Blues’. Un ejemplo es un artículo de Rob Walker que plantea la cuestión de si el Hospital St. James era un lugar real y, de ser así, dónde estaba. Goldstein había afirmado que ‘St. James’ se refiere al Hospital St. James de Londres, una fundación religiosa para el tratamiento de la lepra. Dicha afirmación plantea dudas porque el hospital en cuestión cerró en 1532 cuando Enrique VIII adquirió la tierra para construir el Palacio de San Jaime. Otra posibilidad sugerida por Higginbotham, sobre la base de su afirmación de que la canción ‘St. James Infirmary’ data al menos a principios del siglo XIX, es que coincidiera con la sección de enfermería de St. James Workhouse, que la parroquia de St. James abrió en 1725 en la calle Polonia en Piccadilly y que continuó hasta bien entrado el siglo XIX. Esta enfermería de St. James fue contemporánea con el advenimiento estimado de la canción ‘The Unfortunate Lad’.

Existen numerosas versiones de la canción en todo el mundo de habla inglesa. Gottlieb consideró si había influencias judías estadounidenses a través del uso del modo Dorian ucraniano, pero solo encontró indicios de esto en una versión. También sugiere que puede haber influencias judías en la interpretación de Cab Calloway. Una melodía muy similar a la versión de Armstrong se puede encontrar en otra composición instrumental.
Al igual que con muchas canciones populares, hay muchas variaciones en la letra de una versión a otra. Estas son dos estrofas en una versión cantada que grabó Louis Armstrong y habla de un hombre que, en un bar, narra cómo fue al hospital —St. James— para buscar a su novia, a quien ya encontró muerta.

“Cuando bajé al hospital de Santiago,
allí a mi chica vi
tumbada sobre una larga mesa blanca,
tan ajustada, tan dulce, tan fría.
(…)
Déjala ir, déjala ir, que dios la bendiga
donde quiera que ella esté.
Ella podrá buscar en todo este mundo,
pero nunca encontrará un hombre tan dulce como yo”.

[Era un hospital para negros pobres en el que podía saberse como se entraba… pero nunca como se salía].

* * *
 
 
[Gracias a Juancho por completar de una manera generosa la lista de versiones del tema].