8.8.14

Cinco poemas de agostado amor (1).

 

Plenilunio.


La luna no trepana
la masa de nubes rugiente y oscura.
¿Duermes, amor?

Su silencio dibuja
los gélidos regazos de las sombras.
¡Duermes!

Mi ciudad invisible,
territorio del cuerpo recorrido,
sueña
amaneceres múltiples.


6.8.14

Poema del parque.



Un lento atardecer de hastíos pleno…

Mano inerte que no rozas apenas
la sombra de la amada fugitiva,
temblorosa persigues
ese desnudo seno que embriagado
mi corazón exhuma y me deleita.

¿No se venga el amor con el vacío
del recordado beso que no ha sido
repuesto?

Prisionero tenaz de tu destino,
mi pensamiento escapa y sobrevive
doliente en el azar de tu deseo.


Portalegre, abril 2004.

4.8.14

De ciruelas amargas.





Tras calurosas horas, cae la tarde.
Se escucha susurrar entre los árboles
la brisa vespertina desde el valle
y aparecen las sombras en las rocas.

Así es la vida, mi añorada Amante,
fugaz memoria de sonrisas plena
que mitiga las penas un momento
mas asume el retorno de lo umbrío.

Cuando la luz se apaga nada queda:
pensamientos de ti reverberantes,
sentimientos por ti languidecientes.
Cuando el amor termina todo pasa.

De ciruelas amargas eran besos
y ella ha sido el lugar de donde arribo,
un tiempo que he perdido sin esperas
y un espacio que ya no tendré más.