28.1.13

Llena la luna.



Agoniza la tarde,
la luz se difumina y
ya las nubes asoman por la sierra
tras una luminosa mañana de transición lluviosa.

En los prados,
las gotas del rocío titilan en las hojas y,
cual diminuto espejo,
reflejan la luz del sol, pasado el mediodía.

Ya no hay frutos,
el madroño sólo destila verdes y
amarillos destacan en mimosas.

El frescor se mitiga y
constatas que las ramas
están plenas de yemas.