24.6.24

Lo caliginoso.

 

Cansinos Assens, tío lejano de Rita Hayworth, como crítico literario.

 
Ya no puede escribirse así. 

No sólo porque no se sabe, sino porque no se quiere y porque no se debe. En  definitiva, porque no se puede (*):
 

…síntesis de princesa y dactilógrafa…

…hasta la hora del cubrefuego…

…superfluo aditamento tendencioso…

…encastillarse…

…anagnórisis…

…abúlico, hiperestésico, soñador…

…epitalamio malogrado…

…al son de monótona melopea…

…sobrecogido de una búdica ataraxia…

…ardor caliginoso de una siesta malagueña…


 
 
 
(*) F. Aramburu en El País [13/07/2013]: 
"La  crítica está llamada a florecer allí donde abunda la materia criticable... Para ser ejercida con garantías de excelencia, la crítica requiere dedicación plena."


 
Seleccionado por Sr. Verle



23.6.24

Si te dicen que caí.


Cuando te dicen que Vitoria o Gerona son dos de las urbes modélicas del país en calidad de vida y otras monsergas, no tienes más remedio que recordar que fueron precisamente ellas, hace años, el destino de una gran parte de la fuerza de trabajo inmigrante desde una comarca lejana y fronteriza que, dada la estructura de sus propiedades agrícolas amén de la incomunicación y otros factores de abandono, fue pasto de menesterosidades extremas.

Es curioso, también, el porcentaje de moradores allí que no vieron otra forma de progreso que ingresar, padres e hijos, en la Guardia Civil. Por ello encontramos, al visitar los poblados de dicha comarca, a varios de los que nos habían dado noticia.

Pero también debería encontrarse en su casa otro personaje que nos interesaba, del que la benemérita ya no iba con él.
Era Perlo, o mejor ‘el Perliño’, pero no fue Perlo padre sino Perlo hijo el que contestó a nuestra demanda. La ventaja de las medias generaciones es que puedes coincidir y hacer negocios, si tu edad es intermedia, con un padre y con su hijo.

Perlo padre, del que en realidad buscábamos noticias, ya murió. Fue contrabandista y vivió, bien, de ello. Era proveedor de mi familia tendera, antes buhonera. Sobre todo de paquetes de Chesterfield de estraperlo para mi joven padre, ese ‘chester’ sin filtro que constituyó tu primer pecado grave a los diez años, robárselo a tu padre y fumártelo, tosiendo, con tus amigos tras una tapia donde finalizaba el caserío de tu villa.

Su hijo nos confirmó muchas de sus contadas historias, casi hazañas. Lo mejor fue el ajado traje de guardiacivil, guardado en arcón como reliquia, con el que se disfrazaba para poder sustraerles la carga a otros contrabandistas foráneos.


En el patio, humeante y renqueante, un destartalado alambique, atado con correas y a punto de explosionar, destilaba un bagazo al que nos convidó. Y con aquel orujo quitapenas, brindamos gozosos por su memoria.

Estrategias




Senhor Simão et al.

Reposo obligado vacacional campestre y comprobación de otras estrategias alternativas que el sistema tolera, porque desprecia por débiles o mejor por inocuas.

El Sr. António no se tiene por nada, pero si hay una persona sustentable, en estricto sentido, creo que sería él. Vive solo y sólo de la huerta de su tapada y sus animales. Con pocas necesidades materiales salvo su supervivencia natural, así, consume lo que produce y vende su excedente. Lo transporta en carreta tirada por un semoviente, del que aprovecha su estiércol. Sus judías verdes, sin mixtificaciones, no tendrían precio si las descubre un Adrià. La polla (con perdón) de corral, auténtica, que accede a venderte cuando otras comienzan sus puestas, es uno de los manjares que vislumbras por qué aquella tía rica se la regalaba a tus padres en navidad para demorar otras deudas suyas.

Otro enfoque que va proliferando es el que practica el Sr. Simão en su quinta. Intercambia, con justeza, alambradas por botellas de bagaço o tomates por higos y así se pueden preparar sopas complementariamente en cocinas distintas. Pero llevando el trueque más lejos, por importantes gestiones profesionales la única forma de pago que te ofrecía a cambio, era la dación de un cordero lechal, adecuadamente despiezado, que estuviste a punto de rechazar porque él no hacía más que denominarlo ‘borrego’. Y cuyas piernas, paletillas y chuletillas resultaron lo más exquisito que has comido jamás.

Con estrategias como éstas, no te apesadumbra tanto la crisis que los economistas te tratan de explicar mientras dabas cuenta de esos alimentos que, como bendición, vamos a comer.