11.9.21

Cultura o Civilización (y III)

(Google)

 

 III

 Cronológicamente, el primer pensador español con interés por la esencia y marcha de la civilización y de la cultura fue Donoso Cortés, quien sostuvo la distinción entre civilización y cultura.

Según él civilización habría que referirla al posible perfeccionamiento o progreso del individuo y de la sociedad en el plano de los valores del espíritu. En cambio, la cultura habría que referirla al progreso humano individual y colectivo en el plano de los valores materiales. Esa doble designación se refería a una doble vertiente del fenómeno global del progreso y desarrollo humano.

No es que Donoso niegue, en absoluto, que el hombre pueda progresar a lo largo de la historia. Pero subraya la distinción entre ‘progreso’ y ‘perfección’. Por eso distinguió entre la ley del progreso y la ley de la perfección. Progreso sería equivalente más a cultura y perfección a civilización. En todo caso, la posibilidad de perfeccionarse, o mejor, de progresar, ha de concretarse dentro de ciertas coordenadas. En primer lugar, tengamos en cuenta la distinción antes hecha entre cultura y civilización. Según esa distinción los pueblos pueden mejorar, crear valores nuevos en el campo de la cultura, pero no en el campo de la civilización. Según él, los griegos y los romanos crearon cultura, pero no civilización. Porque “la cultura es el barniz, y nada más que el barniz de las civilizaciones”.

Para él, cultura y civilización son dos etapas comparables a las de la maduración de un ser viviente. Pero, al contrario de Spengler, para Donoso no es la civilización decadencia de la cultura, sino la cultura, ascenso hacia la civilización.

Donoso criticó así la idea que los racionalistas tienen sobre el origen y avance de las culturas y civilizaciones. Según esta ley que llaman los racionalistas del progreso, los hombres comenzaron a vivir una vida áspera y salvaje; han vivido luego una vida trabajadora y cazadora; después una vida errátil y pastoril; más adelante, vida asentada y quieta, hasta llegar al estado y punto en que hoy estamos, escribe con ironía Donoso. Para aquellos la sociedad y el hombre van pasando juntamente de un progreso a otro progreso e incluso de una perfección a otra perfección.

Sería entonces la humanidad –en contra de lo que sostiene Donoso- la que obra exclusivamente su propia transformación por medio de todos estos progresos y de todas estas perfecciones.

También Unamuno enfocó el problema de la cultura. Para él, la cultura es el precipitado de la civilización. “La civilización es la matriz que contiene los elementos de cultura aún no individualizados (…) las reservas nutritivas de nuestro espíritu. Pero contiene a la vez los detritus, residuos y excrementos, y cuando éstos sobrepujan a aquellos otros elementos, la desintegración empieza y avanza”. Sin embargo la cultura a que hace referencia no es la intelectual ni la técnica, sino, ante todo, la espiritual.

No incidentalmente, Ortega y Gasset hizo de la cultura un tema favorito y hasta central en su pensamiento. Según él, de la cultura, como de la civilización, sólo cabe un concepto formal: “Cultura es el conjunto de reacciones intelectuales y prácticas en que se realizan ciertas normas ungidas para nosotros de un valor absoluto y decisivo”.

Ha sido este aspecto de la cultura como reacción frente a la vida el más estudiado por el filósofo madrileño. Junto al imperativo cultural está el imperativo vital. Así, frente a belleza, deleite.

Que Ortega proteste contra el racionalismo no quiere decir que propugne una vuelta rousseauniana a la espontaneidad primitiva. Lo cultural es, para él, lo vital. Lo que él defiende es una complementaridad de valores (raciovitalismo). Ya que cultura sería “el sistema vital de las ideas en cada tiempo”.

 

Notas:

Donoso Cortés, J.- Obras completas, I,  B.A.C., Madrid 1946.

Unamuno, M.- Ensayos, I. Aguilar, Madrid 1958.

Ortega y Gasset, J.- Obras completas, III. Editorial Revista de Occidente, Madrid 1957.

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