22.3.25

El vicio absurdo.

 

Pavese: El vicio absurdo.

 

  Constance Dowling

[images by Google]

 

[En un mes, del 11 de marzo al 11 de abril de 1950, Pavese escribió sus últimos 10 poemas antes de su suicidio en agosto de ese año, estaban dedicados a Constance Dowling.

Parece que la ruptura de su relación sentimental (un romance infeliz) con la actriz o, mejor, el rechazo de ella, fue una de las causas de su muerte (en realidad fruto de un auto-aniquilamiento existencial). Aunque él nos había dejado escrito: "Uno no se mata por el amor de una mujer. Uno se mata porque un amor, cualquier amor, nos revela nuestra desnudez, nuestra miseria, nuestro desamparo, la nada." 

 Hemos ido traduciendo el día correspondiente a su escritura, cada uno de esos poemas póstumos en estas fechas. Hemos tratado de captar su música interna, tal y como nos había sugerido su lectura en el vuelo de vuelta de Florencia, donde días atrás, habíamos encontrado en un rincón, en los escasos estantes dedicados a la poesía, en la Librerie Feltrinelli, de via de’ Cerretani, el breve, pero excepcional, libro de poemas publicado por Einaudi, editorial turinesa donde Pavese, cofundador, trabajó y en cuya mesa de despacho se encontraron estos versos mecanografiados.

La traducción intenta reproducir el sentimiento amoroso del poeta con complicidad. Es, así, bastante libre, respetando fundamentalmente la métrica y el ritmo de los numerosos versos de arte menor (heptasílabos en muchos casos), para que la cadencia se module de manera similar a como discurre en el idioma original].

 

"Aquello por lo que una traducción no sólo puede, sino que debe diferenciarse del original. es la manera de querer decir". [P.S.]

 


 

(0).

 

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos-

esta muerte que nos acompaña

desde el alba al atardecer, insomne,

sorda, como un remordimiento viejo

o un vicio absurdo. Tus ojos

serán una palabra vana,

un acallado grito, un silencio.

Así los ves cada mañana

cuando sola sobre ti

te inclinas en el espejo.

Oh querida esperanza,

ese día también nosotros

sabremos que eres vida y eres nada.

 

Para todos la muerte tiene una mirada.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.

Será como renunciar a un vicio,

como ver de nuevo en el espejo

emerger un rostro muerto,

como escuchar un labio cerrado.

Descenderemos mudos por el vórtice.

 

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos. Cesare Pavese

22 marzo 1950.

© Traducción de Sr. Verle

 


 

(1).

De C. para C.

Tú,

sonrisa moteada

en nieves heladas –

viento de marzo,

ballet de ramas

surgido de la nieve,

gimiendo y brillando

tus pequeños «oh» –

cierva de blancos miembros

graciosa,

si yo pudiera conocer

a pesar de todo

la gracia deslizante

de todos tus días,

el encaje de espuma

de todas tus formas –

el mañana está helado

abajo en la llanura –

tú, sonrisa moteada,

tú, risa brillante.

 

Cesare Pavese

11 de marzo de 1950.

© Traducción de Sr. Verle

 


 

(2).

 

El tragaluz del alba

respira con tu boca

al final de las calles vacías.

Luces grises tus ojos,

dulces gotas del alba

sobre oscuras colinas.

Tu paso y tu aliento

como el viento del alba

inundan las casas.

La ciudad se estremece,

exhalando las piedras –

eres la vida, el desvelo.

 

Estrella perdida

en la luz del alba,

aullido de la brisa,

tibieza, respiro –

ha acabado la noche.

 

Eres la luz y la mañana.

 

Por la mañana siempre vuelves. Cesare Pavese

 20 de marzo de 1950.

© Traducción de Sr. Verle

 


 

(3).

 

Tienes una sangre, un aliento.

Estás hecha de carne,

de cabellos, de miradas

hasta tú. Tierra y plantas,

cielo de marzo, luz,

vibran y a ti se te asemejan–

tu risa y tu paso

como aguas que se turban –

la arruga entre tus ojos

como recolectadas nubes –

tu cuerpo tierno

un terruño en el sol.

 

Tienes una sangre, un aliento.

Vives en esta tierra.

Conoces sus sabores

las estaciones, los desvelos,

has jugado en el sol,

y hablado con nosotros.

Agua clara, retoño

de primavera, tierra,

silencio germinante,

tú has jugado de niña

bajo un cielo diverso,

tienes en los ojos su silencio,

una nube, que mana

cual remanso del fondo.

Ahora ríes y sobrecoges

sobre este silencio.

Dulce fruto que vives

bajo el cielo aclararado,

que respiras y vives

esta estación tan nuestra,

en tu silencio aislado

está tu fuerza. Como

hierba vives en el aire

te estremeces y ríes,

pero tú, tú eres tierra.

Eres raíz feroz.

Eres la tierra que espera.

 

Cesare Pavese

23 marzo 1950. 

© Traducción de Sr. Verle

 


 

(4).

 

Eres la vida y la muerte.

has venido de marzo

a la tierra desnuda –

tu escalofrío dura.

Sangre de primavera

–anémona o nube–

tu paso ligero

ha violado la tierra.

Se repite el dolor.

 

Tu paso ligero

ha reabierto el dolor.

Fría estaba la tierra

bajo un cielo indigente,

estaba inmóvil y cercada

en perezoso sueño,

como quien ya no sufre.

Hasta el hielo era dulce

dentro del corazón profundo.

Entre la vida y la muerte

la esperanza callaba.

 

Ahora tiene una voz y una sangre

cada cosa que vive.

Ahora la tierra y el cielo

son fuerte escalofrío,

la esperanza los pliega,

los turba la mañana,

los sumerge tu paso,

tu hálito de aurora.

Sangre de primavera,

toda la tierra tiembla

con un temblor antiguo.

 

Has reabierto el dolor.

Eres la vida y la muerte.

Sobre tierra desnuda

has pasado ligera

como golondrina o nube,

y el torrente del corazón

se ha despertado e irrumpe

y se observa en el cielo

y refleja las cosas –

y las cosas, en el cielo y en el corazón

sufren y se retuercen

a la espera de ti.

Es el amanecer, la aurora,

sangre de primavera,

tú has violado la tierra.

 

La esperanza se pliega,

y te aguarda te llama.

Eres la vida y la muerte.

 

Y tu paso es ligero.

 

Tú, viento de marzo. Cesare Pavese

 23 de marzo de 1950.

© Traducción de Sr. Verle

 


 

(5).

 

Habrá un cielo claro.

Se abrirán las calles

sobre el cerro de pinos y de piedra.

El tumulto de las calles

no mudará aquel aire sereno.

Las flores salpicadas

de color en las fuentes

mirarán a hurtadillas como damas

divertidas. Las escaleras

las terrazas, las golondrinas

cantarán soleadas.

Se abrirá aquella calle,

las piedras cantarán,

el corazón palpitará turbado

como el agua en las fuentes–

esa será la voz

que subirá tu escala.

Las ventanas sabrán

el olor de la piedra y del aire

matutino. Se abrirá una puerta.

El tumulto de las calles

será el tumulto del corazón

en la perdida luz

 

Serás tú –serena y clara.

 

Pasaré por Piazza di Spagna. Cesare Pavese

 28 de marzo de 1950.

© Traducción de Sr. Verle

 


 

(6).

 

Las mañanas pasan claras

y desiertas. Así tus ojos

se abrían en otro tiempo. El amanecer

transcurría lento, era un vórtice

de luz inmóvil. Callaba.

Tú viva callabas; las cosas

vivían bajo tus ojos

(sin pena sin fiebre sin sombra)

como un mar en la mañana, claro.

 

Donde estás tú, luz, está el amanecer.

Tú eras la vida y las cosas.

En ti respirábamos despiertos

bajo el cielo que aún está en nosotros.

Sin pena sin fiebre en este caso,

sin esta sombra saturada del día

abrumado y diferente. Oh luz,

lejana claridad, respiración

ansiosa, diriges tus ojos

inmóviles y claros hacia nosotros.

Es oscuro el amanecer que pasa

sin la luz de tus ojos.

 

Cesare Pavese

30 de marzo de 1950.

© Traducción de Sr. Verle

 


 

(7).

 

También se te asemeja la noche,

la noche remota que solloza

muda, dentro del corazón profundo,

y las estrellas pasan fatigadas.

Una mejilla toca una mejilla –

es un frío temblor, alguien

se debate y te implora, solo,

extraviado en ti, en tu fiebre.

 

La noche sufre y anhela el alba,

pobre corazón sobrecogido.

O rostro taciturno, tenebrosa congoja,

fiebre que entristece las estrellas,

hay alguien como tú que espera el alba

escrutando en silencio tu semblante.

Tendida estás debajo de la noche

como un cerrado horizonte mortecino.

Pobre corazón sobrecogido,

un día lejano eras el alba.

 

La noche en que tú dormías. Cesare Pavese

 4 de abril de 1950.

© Traducción de Sr. Verle

 

 

(8).

 

Otra vez caerá la lluvia

en tus dulces enlosados,

una lluvia ligera

como un hálito o un pasar.

Otra vez la brisa y la alborada

florecerán ligeras

como bajo tu paso,

cuando vuelvas a casa.

Entre las flores y los antepechos

los gatos lo sabrán.

 

Tendremos otros días,

tendremos otras voces.

Sonreirás a solas.

Los gatos lo sabrán.

Oirás palabras caducas,

palabras cansadas y vanas

como trajes desechados

de las fiestas del ayer.

 

Hasta tú harás gestos.

Responderás palabras –

rostro de primavera,

hasta tú harás gestos.

 

Los gatos lo sabrán,

rostro de primavera;

y la lluvia ligera,

el alba color jacinto,

que el corazón laceran

de quien ya no te espera,

son la triste sonrisa

que sonríes a solas.

Tendremos otros días,

otras voces y despertares.

Sufriremos en el alba,

rostro de primavera.

 

Los gatos lo sabrán. Cesare Pavese

 10 de abril de 1950.

© Traducción de Sr. Verle

 


 

y (9).

 

Fue sólo un flirteo

seguramente lo sabías –

alguien fue herido

hace mucho tiempo.

 

Todo es lo mismo

el tiempo ha pasado –

algún día viniste

algún día morirás.

 

Alguien murió

hace mucho tiempo –

alguien que lo intentó

pero no supo.

 

Último blues, para ser leído algún día. Cesare Pavese

 11 de abril de 1950.

© Traducción de Sr. Verle

 

 

 

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