24.9.23

La conversión del Faraón.

John Coltrane and Pharoah Sanders, at Englewood Cliffs, New Jersey, 1966

 

La conversión del Faraón.

Según algunos, la ucronía (alternate history) es un género literario que se caracteriza porque la trama transcurre en un mundo desarrollado a partir de un punto en el pasado en el que algún acontecimiento histórico sucedió de forma diferente a como ocurrió en realidad. No se trataría, en sentido estricto, de una narración especulativa que reconstruya la historia sobre hechos hipotéticos.

En nuestro caso, el argumento se modela a partir de datos convergentes que permiten compendiar un acaecimiento particular en la vida de una persona con proyección pública.

Se trata de una crónica de una nueva caída del caballo para reconvertirse, un resplandor que hace caer por tierra o una ilustración que equivale a ver claro.

Para ello hay que recalcar la importancia del tono.

El tono, en particular el tono de tenor, era donde Pharoah Sanders era indiscutible. Todo lo demás podía discutirse, pero no el sonido que salía de su saxofón. Sanders podía manipular las formas de onda que generaba con su lengüeta y su boquilla de maneras que no se habían escuchado antes. Su colega el altoísta Ornette Coleman le describió en una ocasión como probablemente el mejor tenorista del mundo, a partir de los años setenta.

Iba camino de convertirse en una de las principales figuras la vanguardia del jazz de los años sesenta, cuando comenzó el proceso gradual de incorporación, a partir de 1965, al grupo de John Coltrane. Coltrane no era un músico propenso a hacer declaraciones públicas expansivas, pero la presencia de Sanders a su lado en el atril de la banda era la señal silenciosa más fuerte posible. ¿Cómo podía un músico considerado como el mejor tenor entonces necesitar a otro tenor a su lado?

Porque Sanders no era una mala imitación de Trane, era realmente original e incluso se había adelantado a Coltrane en algunos aspectos. Casi nadie estaba de acuerdo, pero dos que sí lo estaban eran el propio Coltrane y Eric Dolphy, que acudían a menudo al club donde actuaba y escuchaban entusiasmados. Estas visitas causaron al joven que pronto sería ‘Faraón’ un sinfín de estrés y ansiedad.

Al principio algunos lo llamaban "Little Rock", por el lugar donde nació un 13 de octubre de 1940, como Ferrell Lee Sanders. Farrell se convirtió (o derivó) en “Pharoah” en la época de su breve asociación con Sun Ra (Sanders siempre corrigió la creencia generalizada de que había sido ese líder de banda quien había ideado el nuevo nombre).

El jazz espiritual de Sanders se basaba en su inspiración en conceptos religiosos y en su estética interpretativa rica y meditativa. Este estilo se consideraba una continuación del trabajo de Coltrane. Como dijo Albert Ayler, "Trane era el Padre, Pharoah era el Hijo, yo soy el Espíritu Santo".

No obstante, la voz de Sanders se desarrolló de forma diferente a la de Coltrane, aunque Sanders se vio influido por su colaboración. Elementos espirituales aparecerían más tarde en muchas de las obras de Sanders. Y Sanders también produciría mucho free jazz, del que fue un innovador, modificado a partir de la concepción solista de Coltrane.

También Sanders influyó en la forma de tocar de Coltrane a través de su uso técnico del overblowing (sobresoplado) y las vibraciones feroces del instrumento. Ambos saxofonistas utilizaron multifónicos, sobretonos y otras técnicas musicales extendidas.

Durante la estancia de ambos en Japón, en julio del 66, Coltrane empezó a sufrir dolores de cabeza que presagiaban los problemas de salud que le llevarían a la muerte en 1967.

Tras la muerte de Coltrane, Sanders consiguió, aunque no sin tropiezos, convertirse en uno de los pocos músicos de la primera vanguardia que escapó de la clandestinidad.

Lo que hizo posible la transición, fue el mundo sonoro que Sanders organizó en torno a su saxo y los caminos que eligió para sí mismo. Lo que resultó ser una buena parte de la música que se había estado esperando escuchar desde que Trane abandonó la escena. (En 1987, Sanders había grabado ‘Africa’ como homenaje la música de Coltrane).

La música de Sanders ampliamente escuchada, adquirió una resonancia cultural de la que no podían presumir la mayoría de los músicos de jazz de la época. Sanders fue de alguna manera ungido como el sumo sacerdote de la avant garde.

En ocasiones, la potencia del tenor se cambió por la soprano. Esta faceta de la música de Sanders se prestaba bien a visiones de paz futura. Algunos se sintieron atraídos por su mística y sus ecos orientales. Algunos buscaban algo de la obra inacabada de Coltrane. Algunos escucharon un paisaje sonoro del futuro.

Una cosa destacaba en las noticias habidas por entonces de él: Sanders también estaba dispuesto a no tocar, dejando que sus músicos se estiraran hasta que él sentía que las cosas estaban bien y que si así fuera solía ocurrir minutos antes del final de un set. Pero cuando cogía el tenor, se oía ese tono único. Llegaba y empezaba a tocar. “Dejaba que sucediera”, decía.

Sanders -que acabó publicando más de treinta álbumes- ya había hecho lo que tenía que hacer para convertirse en mito.

Tras su época en Impulse!, a finales de los 70 y en los 80 Sanders exploró distintos modos musicales, como el R&B, el jazz modal y el hard bop.

Pero, aunque contaba con el apoyo de la radio afroamericana, el jazz de Sanders se hizo menos popular. Se había quejado en una entrevista de que, a pesar de su pedigrí, tenía problemas para encontrar trabajo. Y parece como si él se oscureciese.

¿Se había marchado de Nueva York a la costa oeste? ¿Vivía en Detroit? ¿Realmente había enseñado en una universidad de Cleveland? ¿Se había convertido en comercial? ¿Se había retirado? -se preguntaba el público-.

Y aquí comienza otra cara de la narración.

Cuatro años después de la muerte prematura de John Coltrane, seguidores suyos de San Francisco fundaron una iglesia para celebrar su legado, la Iglesia Ortodoxa Africana, en el número 1246 de la calle Fillmore de dicha ciudad.

Consideraban la música de Coltrane como una búsqueda de trascendencia mística y comunión. La mayoría de los adeptos vio tocar una vez al músico y sintió la necesidad de transformar su modo de vivir.

En la vida de Coltrane se dan cita peculiaridades suficientes como para que el fundamento del credo de su secta, no sea una simple extravagancia. Hijo de un predicador, nieto de un reverendo, aprendió música entre rezos y gospel, se casó con una musulmana, flirteó con el zen y el budismo. Él, gran pecador en su juventud, su último concierto lo celebró en una iglesia. Y tuvo experiencias místicas, decidiendo que su música debería ser un camino de ascenso hacia la virtud, persiguiendo una beatitud astral y entendiendo la improvisación como un mantra.

Sanders en esa etapa suya más confusa, visitó la iglesia de Coltrane en la primavera de 1990. A pesar de la parafernalia que contenía -un icono de uno de los mejores saxofonistas de la historia del jazz con un nimbo en torno a su rostro hierático-, en soledad, el Faraón recibió un diáfano mensaje de su mentor. Debía recuperar las fuentes del jazz más enraizadas en el pueblo afroamericano. Tras ese fulgor, un convertido Sanders así lo hizo. En su gira por Francia ese año, en sus actuaciones durante julio, interpretó (*), con mucho éxito, toda una serie de temas clásicos por mandato de Coltrane.

Recuperar los sonidos lentos y directos de Pharoah Sanders sorprendieron a algunos. A primera vista, podría parecer que Sanders se atrincheraba en una especie de ensueño nostálgico. Otros consideraron que Sanders, sin conocer la causa, seguía el camino de su inspirador, que había grabado él mismo la mayoría de estas melodías. En retrospectiva, el toque interior de Sanders no era tan insólito, ya que el saxofonista había dejado sutiles muestras en algunas ocasiones anteriores y su enfoque tenue y reservado en esta actuación, que revela la belleza y la melodía de la música. dejó patente la señal que su mentor le había comunicado en su capilla.

Y esta fue la reconversión de Pharoah Sanders, su caída del caballo. Del free jazz a los estándares a base de baladas con swing.

 

El resto, ya se sabe, es leyenda (y estará recogido en Google).

[Sanders murió en paz en la madrugada del 24 de septiembre de 2022, a la edad de 81 años, en su casa de Los Ángeles, California, rodeado de su familia y amigos, después de una breve enfermedad].

 

(*) https://www.youtube.com/watch?v=yPfaCI8cgkY

 

Sr. Verle