No pasan los años, no,
aunque sí la vida pasa.
Hoy en Roma, allá en mi casa
de Madrid te siento yo.
Eran tus poemas puros
-Carranza es una levita...-
y en una angustia infinita,
mis años más inseguros.
Ya el viento te sacudía
y en tu veleta cantaba:
Lo que Marta laboraba
se lo soñaba María.
Hoy te jubilan ¿de qué?
si los años no han pasado,
si aquí te siento a mi lado,
vivo en todo lo que fue.
Oh alegre melancolía
de aquella engañosa flor
que tu desconsolador
lamento me repetía:
¡Ay, Lucía, mi primer amor!
¡Ay mi dulce, mi amada Lucía,
se ha casado con un profesor
de otorrinolaringología!No pasan los años, no.
Hoy te jubilan ¿de qué?
¡Qué se yo!
Roma, marzo 1969.