12.12.24

El nombre crea un presentimiento

 El nombre crea un presentimiento

 


 [a proposito de su anterior exposición en el Pompidou de París]

Un pequeño libro, exquisito y caro, llama mi atención en la sección que nadie mira en esa librería de provincias. Editado por Mrs. Foster, recoge un trabajo expuesto en su galería de un pintor que siempre me ha interesado y además me sirve de redundancia para continuar con el asunto del argonauta [*] aunque aquí se refiera al mito originario. Lo griego pasado por el tamiz tedesco [Azúa] again.
  

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Centrando el objetivo:
Kiefer se ha dedicado a la historia y a sus mitos, porque para él la historia se encuentra arraigada en el mito, se basa en una difusa ideología derivada de mundos muy distantes en el espacio y en el tiempo y está marcada por su invocación irracional. Además Kiefer intenta aceptar la fascinación del mal en un convincente y evocativo patetismo con una pintura reflexiva, compleja y muy alemana [Ruhrberg dixit]. 
"Beuys fue el último utópico del arte contemporáneo, al menos hasta el momento (...) desde entonces se han reconstruido las barreras a lo largo de las fronteras de la utopía; el futuro es un libro con siete sellos" ('Arte del siglo XX'. Taschen. Colonia, 1999)

Por ello Anselm Kiefer se justifica en su libelo:
"Un proceso tan normal como tomar un café puede albergar la dramática lucha de los argonautas, sólo hay que reconocerla... 
Es una cuestión de la incidencia de la luz".

© A. Kiefer
Die Argonauten, 1990/2010.
Grupo de 27 obras (lápiz sobre fotografía)
30 x 47 cm aprox.


Y en otro lugar:
“Mis obras son muy frágiles y no tan sólo en el sentido literal. Si las colocas juntas en las circunstancias equivocadas, pueden perder completamente su poder. Es por ello que lo que yo hago es darles un espacio, quiero dar un espacio a la pintura”, señalaba el artista en una entrevista concedida a finales de 2006 a la revista Modern Painters.


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Anselm Kiefer (nacido en 1945 en el sur de Alemania) es un artista pictórico de origen judío, representante de la nueva vanguardia y adscrito al Neoexpresionismo, una de las corrientes del arte postmoderno surgida en el último cuarto del pasado siglo.
Estudió artes plásticas en Friburgo, en Karlsruhe y en Düsseldorf, donde realizó estudios de derecho y lengua francesa además de pintura, siendo alumno de Joseph Beuys.
Sus primeras realizaciones se centraron en el terreno de la instalación y el happening, pasando después a la pintura. Al final de la década de los setenta, se erige como el artista capaz de imponer la nueva pintura alemana en el ámbito internacional. Kiefer es uno de los artistas alemanes posteriores a la Segunda Guerra Mundial más reconocido internacionalmente como uno de los más importantes creadores de nuestro tiempo, pero también de los más controvertidos. Famoso sobre todo por su arte ‘matérico’, utiliza telas de gran tamaño que impregna con materiales diversos e inscripciones.

Su producción de los  años setenta giró en torno a la mitología, la historia y la simbología alemana, temas que el artista investiga profundamente y que utiliza de forma recurrente en sus obras como medio para evitar el proceso de amnesia colectiva en que estaba sumido su país tras la derrota del nazismo y ante las brutalidades y tragedias históricas de una Alemania desmembrada por la Segunda Guerra Mundial y en plena lucha por la restitución de su identidad como país.
Kiefer profundiza en la historia y la mitología como medio para reparar las heridas y, afrontando los errores pasados, crear una nueva sociedad alemana revitalizada. En sus pinturas matéricas  Kiefer desafía el pasado y toca cuestiones tabú de la historia reciente alemana [p. e. el arquitecto del nazismo Albert Speer], referencias comunes en su obra de este periodo que ha sido considerada un auténtico “teatro de la memoria”.

Durante los años ochenta se interesó especialmente por la mística judía. De ahí que sean frecuentes y recurrentes en su obra las referencias a la simbología de la Cábala. Es muy característica en su producción de entonces la presencia de letras, siglas, nombres de persona, figuras míticas o lugares con una fuerte carga histórica. Se trata de signos que ponen de manifiesto el peso de la historia y de los elementos míticos y literarios del pasado cultural. Su pintura es, en este sentido, profundamente literaria.

A comienzos de los años noventa, tras una serie de viajes por todo el mundo, Kiefer comienza a inspirarse en temas más universales, igualmente basados en el misticismo y los simbolismos ocultos, pero centrándose ahora más en el destino global del arte y de la cultura, así como en la espiritualidad y los mecanismos y misterios de la mente humana.
Desde 1993 Kiefer vive y trabaja cerca de Avignon, donde ha creado un auténtico laboratorio artístico que le permite conjugar ideas y testar materiales, transformándolos en nuevas experiencias artísticas.

Inicialmente Kiefer basó su estilo en la obra de Georg Baselitz, trabajando gruesas capas de color con fuego o ácidos y combinándolas con vidrio, madera o elementos vegetales. En sus obras fusiona la pintura, la escultura y la fotografía, mediante técnicas como el collage o el assemblage. Sus trabajos subrayan la solemnidad y la naturaleza trascendente de su contenido no sólo por sus cualidades táctiles, sino por la violencia de su pincelada y la opacidad que transmite una paleta de colores casi monocroma, mezclada con materiales poco ortodoxos y endebles, incluso de desecho, en contraste con la transparencia de su significado. Preocupado por los grandes temas cosmológicos, míticos e históricos, se perfila en su obra la influencia de su maestro Joseph Beuys, así como la de filósofos como Heidegger o Foucault, este último profeta, como Kiefer, de la "desaparición del hombre".

Considerado como uno de los más importantes artistas en activo, ha sido el protagonista en la últimas cuatro décadas de exposiciones de pinturas, esculturas, dibujos e instalaciones en la instituciones y museos más relevantes de todo el mundo y sus trabajos forman parte de las más prestigiosas colecciones de arte públicas y privadas. Así, tiene una importante colección en el Museo Guggenheim de Bilbao.


 
  
 



(by Google)


Navigare necesse est. Vivere non est necesse.

 Navigare necesse est. Vivere non est necesse.


[Menos mal que nos queda Portugal]

Aquel pasado 11 del 11 del 2011, estando fraguando un post explicativo del que fue aquí de cortesía para Arcadi Espada brindándole un lema para su frontispicio, a fin de aclarar el origen de la famosa frase latina,  vuelven a citarla en ‘Carne Cruda’ de Radio 3 y es que así ha titulado (Navigare necesse est”) Wim Mertens, el músico minimalista belga en hispana gira, el quinto tema de su ultimo trabajo grabado este año, ‘SERIES OF ANDS – Immediate Givens’, entrevistado en dicho programa.

La intriga por la frase había comenzado el 31/12/2010 leyendo a Carlos Boyero [El País pág. 46] quién, hablando de Caetano Veloso y Chico Buarque, escribe que cantaban a Pessoa cuando entonan: “navegar es preciso, vivir no es preciso”. Y en efecto, en ‘Plural de nadie. Aforismos’ opúsculo de Fernando Pessoa publicado en México en 2005 por Verdelago et al. [hay varias ediciones], se recoge como aforismo nº 251 de Pessoa: “Navegar es necesario, vivir no es necesario”.
Por otra parte, Juan Barja en su libro sobre W. Benjamin ‘Historia, sueño, fin’ [Abada Ed. Madrid, 2010] cita, como exergo del primer capítulo, la referida frase latina que atribuye como divisa de la Liga Hanseática  allá en el siglo XIII.  Ese libro está dedicado a Félix Duque quién, meses antes, firma el epílogo del libro póstumo de Franco Volpi  sobre Heidegger y sus Aportes a la filosofía [Ed. Maia. Madrid, 2010]. Duque, a este respecto, cita allí al romano Pompeyo: “Navegare necesse est. Vivere non est necesse” (pág. 112) y remite a la repetición de dicha frase (“Navegar é preciso. Viver naô é preciso”) por Pessoa y por Caetano Veloso. Es más, en la nota nº 31 a pie de página, añade que Veloso repite dos veces ese ‘verso’ al final de su canción “Os argonautas” recogida en su ‘White album’ de 1969.
Así las cosas, el 16/07/2011 leímos a Marcos Ordóñez [Babelia. El País pág. 22] decir que la citada frase era el lema de los mitológicos Argonautas griegos de Jasón. Craso error.

Aunque Caetano Veloso le pusiese música en ‘Os Argonautas’, la expresión “navigare necesse est, vivere non necesse” (navegar es necesario, pero vivir no lo es) es atribuida a Pompeyo por Plutarco, quién dice que el general romano dijo esta frase cuando sus marineros, amedrentados por los rayos, se negaban a embarcar durante la guerra [cf. Plutarco ‘Vidas Paralelas’: Vida de Pompeyo, L (50,2)].
La frase fue recuperada por la Liga Hanseática, que la convirtió en su lema.
Parafraseando dicho lema, otros lo han utilizado con distintos sentidos.
 
Así, Gabriele D'Annunzio  en su Alle Pleiadi e ai Fati’ escribe:
“Gloria al Latin che disse: "Navigare
è necessario; non è necessario
vivere". A lui sia gloria in tutto il Mare! ...”
 
O, como Pessoa, que la transforma en un canto a la creación en su poema ‘Navegar é Preciso’:
‘Navegadores antigos tinham uma frase gloriosa:
"Navegar é preciso; viver não é preciso."(*)
Quero para mim o espirito desta frase, transformada
A forma para a casar com o que eu sou: Viver não
É necessario; o que é necessario é criar...’
 
[(*) vide Nota de Soares Feitosa: "Navigare necesse; vivere non est necesse" - latín, frase de Pompeyo, general romano, 106-48 A.C.]

Pessoa dice en ese poema que "Vivir no es necesario, lo que es necesario es crear". Otra interpretación de ese poema indicaría que la navegación es el resultado de la actitud racionalista del mundo occidental: la navegación exigiría precisión, mientras que la vida quedaría dispensada de tenerla.
No obstante, fue el propio Pessoa el que más ha contribuido a la falsa atribución jasoniana del sintagma.
Y es que, en su muy conocido ‘El Libro del Desasosiego’, Fernando Pessoa nos dejó verdaderamente escrito:
 “…Decían los argonautas que navegar es preciso. Argonautas, nosotros, de la sensibilidad enfermiza, digamos que sentir es preciso, pero que no es preciso vivir” [450].
O mucho más evidente:
“…Nos quedamos, pues, cada uno entregado a sí mismo, en la desolación de sentirse vivir. Un barco parece ser un objeto cuyo fin es navegar; pero su fin no es navegar, sino llegar a un puerto. Nosotros nos encontramos navegando, sin la idea del puerto al que deberíamos acogernos. Reproducimos así, en la especie dolorosa, la formula aventurera de los argonautas: navegar es preciso, vivir no es preciso” [4].

Para concluir y en un cierto descargo para Pessoa, Enrique Leff  en ‘Discursos sustentables’ [Ed. Siglo XXI, México, 2008]  en su Cap. ‘Diálogo de las aguas y diálogo de saberes’ (pág. 244.) recoge, en Nota al pie nº 4, lo siguiente corroborando lo sabido:
“La frase no proviene de los marineros capitaneados por Jasón. Pessoa usa ‘argonautas’ en sentido lato como navegantes antiguos, según el editor del Livro do Desassossego
… Maria Aliete Galhoz (una de las transcriptoras del libro) descubrió la fuente primitiva de la frase en Vidas paralelas de Plutarco. La pronunció Pompeyo cuando ordenó a sus naves que, a pesar de una gran tormenta, partieran hacia Roma con el trigo cargado en Sicilia, Cerdeña y África…
…Pessoa descubrió la frase en un artículo publicado en The Spectator, redactado por Joseph Addison…”

En consonancia con todo lo anterior, tenemos que hacer bueno aquí y ahora, lo que Enrique Rojas escribía en la Tribuna de El Mundo en este 11.11.11:
“La vida es una carta náutica en donde aparecen los principales avisos para navegantes”.



 
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