El
agua del río, lamiendo sus piernas, hacía más sexual
su
ruina.
Luego
vinieron las Grandes Lluvias, buscando
la
vagina hambrienta de la selva, y todo lo
borraron.
Quedó
sólo en los labios la sed de la batalla, para nada,
como
baba que cae de la boca sin cerebro.
Hoy
que
en el lecho sin árboles ni hojas
con
tu lengua deshojas el árbol de mi sexo
y
cae toda la noche el semen como lluvia
y
cae toda la noche el semen como lluvia, dime
besando
suavemente el túnel de mi ano
cueva
de la anaconda que aún me marca
los
ritmos de la vida, qué era, qué es
qué
es un cadáver”.
Leopoldo Mª Panero
Blanc ‘Sueño de una noche de verano’.
de
El último hombre. El Ángel Caído
Ediciones. Las Palmas de Gran Canaria, 2012.
[1ª edición en Ed. Libertarias. Madrid, 1984].
[1ª edición en Ed. Libertarias. Madrid, 1984].
::
:: ::
Para la generación nacida alrededor de la mitad del s. XX, la principal
guerra, en vivo y en directo, ha sido la de Vietnam. El novísimo Panero, que
tanta influencia cultural fagocitó, no fue ajeno a ella. Este poema, en el que
se manifiesta un propósito de autonomía del lenguaje poético para que subvierta
la comprensión habitual sujeta a automatización comunicativa, acopia en sus dos
partes espacio-temporales, las dos pulsiones, eros y tánatos, que movilizan todas
las guerras, colectivas o personales,
y con sus versos demuestra la desnuda obscenidad que las caracteriza. El poema pertenece
al libro El último hombre, que, en
1984, completó su ciclo de títulos con referencias a ciertas postrimerías, cual
apóstol de Patmos y su particular Apocalipsis:
un apocalipsis hodierno. Un ‘Apocalypse
Now’, en definitiva.
::
:: ::
[a partir de un texto de Z.]