VIII
Recuerdo
como eras al salir de mis besos,
despeinada
y azul.
Tan
sólo me pedías
con
esos ojos tristes de muchacha de lluvia
que
dijera palabras tan bellas como éstas:
"Tu ternura supera con mucho a la del
mundo",
"Cada beso presagia una nueva agonía",
"Si nuestro amor ha de durar por siempre,
que importa si no estamos juntos ya noche y
día".
Pero yo prefería profanar el silencio,
no
con versos hermosos de poetas perdidos,
sino
con dulces besos que intentaran al menos
que
hablara el corazón por las bocas unidas.