25.4.24

Enredado.




 (a L. A. Cuenca)
Si tienes tres twitters y tres facebooks,
seis correos distintos,
un whatsapp y dos blogs,
el tiempo se te escapa, como escapan
los contratados gigas,
buscando entre las redes
-que ya no surcan mares sino que peinan nubes-
un mensaje de ti
que mantenga aferrada la esperanza
de volver a tenerte para amarte
enredado en tus besos
los pocos días que me van quedando
en esta tierra indómita y cruel.
Al menos, sin embargo,
espero que tú pulses un ‘me gusta’
si encuentra tu perfil, este poema.

ENREDADO.
[02/08/2018]



23.4.24

Poetisas de los 50's.

*


A pesar de lo que propugna en su artículo José Jurado (1) respecto a la poesía de autoría femenina de los primeros lustros del franquismo, no todas las poetas de entonces (las más desconocidas, y  hoy olvidadas, tal y como recoge la antología de 1953 de Martínez  Redondo o las más reconocidas de la de Carmen Conde de 1954) muestran siempre un eco del poder patriarcal ni reflejan aquel contexto sociológico en sus poemas mediante la presencia de un sujeto poético femenino que responde a unos estereotipos sociales defendidos por el nacionalcatolicismo.

Véase un soneto de Guillermina Vives que, a pesar de una cierta retórica, contiene un toque de ironía absolutamente moderno para la época del poema:

‘Contraste’

Vetusta y silenciosa, la calleja
me parece dormida en el Medioevo,
anchas losas que enmarca el musgo nuevo,
blasonados palacios, tal cual reja…
Recios muros de  piedra en los que deja
una ojiva calada su  sonrisa,
gárgolas donde aflora una cornisa
su fantástica fauna de conseja.
Y ante el umbral de un pórtico labrado
que evoca la prestancia de un cruzado,
con un atuendo que es como un ultraje,
una  muchacha,  el rostro maquillado,
gafas de sol, cabello platinado,
jersey de punto y breve short por traje.

[en “Nueva antología  poética”. Ed. Ensayos. Madrid, 1951].



(1) Jurado Morales, J.- “El discurso patriarcal en la poesía femenina del primer franquismo”. Signa. Revista de la Asociación Española de Semiótica, nº 23, 2013. UNED. págs. 525-544.

**


Un extraño caso de suplantación tuvo lugar por entonces con la poeta Juana García Noreña, ganadora en 1950 del premio Adonais con el interesante libro “Dama de soledad”  [Ed. Rialp].
Debutante desconocida de 24 años fue la primera ‘mujer’ que lo recibía (2), generando por ello una gran expectación en el mundo literario, no exenta de paternalismo. Se detectó por sus reivindicadores en los ganadores versos (de innegable calidad), una clara ‘sensibilidad femenina’.
Se le acaba atribuyendo el nombre de Angelines de la Barbolla, persona real trabajadora de la Hemeroteca Nacional y asturiana, ya que el 'Juana García Noreña' era un seudónimo. Pero un rumor sobre la verdadera autoría, que cada vez crece más en los mentideros literarios, hace que la persona afectada acabe refugiándose lejos de Madrid, en concreto junto a una reconocida poeta, Alfonsa de la Torre, sirviéndola de secretaria durante muchos años y lejos del ruido mediático que se había producido.
Pero el citado rumor tomó carta de naturaleza de la mano de un posterior director del Adonais y otros intelectuales que confirmaron que el poemario de Juana García Noreña era en realidad del poeta José García Nieto quién simulando una afectividad femínea había perpetrado todo el enredo, negando hasta  el fin de sus días el gatuperio, ya que fue uno de los miembros de aquel  jurado que había otorgado el premio.
La clave que comenzó el bulo, luego real, fue el poema del libro que contiene un acróstico revelador y que no podía ser fruto de la casualidad:

‘La otra muerte’

Joven a la muerte voy;
que me espera y me llama.
(Galanes que me desposan,
ruiseñores que me cantan,
ciudades que se me ofrecen,
alas que me llevan, alas…)
Nieve seguirá a la nieve:
enero es donde tú faltas.
Tú fuiste mi muerte y eras
orilla de mi esperanza. (3)

José García Nieto consiguió posteriormente el premio Cervantes por imposición de Cela, presidente del jurado.


(2) En realidad, la primera mujer en recibirlo fue la poeta gallega Mª Elvira Lacaci en 1956, como nos lo ha recordado El Cultural 15/03/2019. pág 19.

(3) Así me lo encontré subrayado en la primera edición que mi padre tenía en su biblioteca, de dónde he sacado los ejemplares citados más arriba.

***




21.4.24

Negro marfil [Beinschwarz]

  Un documental en la 2 "Noche y niebla" puso en el punto de mira este post anterior. 
Y ahora las noticias.

***

19.2.12
A propósito de una exposición en Tel Aviv, que fue reseñada por E. González en EP, que sigue reviviendo horrores, me envía Z. una salmodia recogida a una sefardita en dicha ciudad:


“Teníamos enemigos,
Aunque nunca supimos por qué”
 (S. Heaney)

Fríos convoyes de la noche,
largos trayectos que llegan a su fin.

Y la joven mira y no ve aquello.

Te reciben aullidos, gritos y culatazos
que diezman familias y separan vidas.

Y la joven mira y no ve aquello.

Y eligen, eligen, eligen,
derrotando las almas.

Y la joven mira y no ve aquello.

De ellos también guardaron
pitilleras y llaves y cortaplumas y peines.

Y la joven mira y no ve aquello.

Los grupos escogidos se conducen
al aseo letal con jabones futuros en barracones mudos.

Y la joven mira y no ve aquello.

Y luego sólo quedan olores nauseabundos.
Y humo, humo negro, negro de hueso.

Y la joven mira y no ve aquello.

Hace días en el ghetto
una luger truncó una mirada límpida.
 

 

17.4.24

Es nuestro hijo de p…


[by Google]

*

(III Semana de Pascua).

- Ave-maría-purísima.
- Sin-pecado-concebida.
- Padre, he cometido un pecado de lectura.
- ¿...?
- He incumplido todas las normas que me tenía fijadas a mí mismo. Por influencia de dos catalunyenses a los que guardo profunda devoción (Albert Boadella y Josep Pla), y como han pregonado ellos, hace años que no leo un libro entero, sólo leo fragmentos de obras de cualquier género que no sea ficción pues, como todo adulto serio, por su recomendación para no ser un cretino, dejé de leer novelas después de los 40 años. A pesar de ello, habiéndome regalado por mi cumpleaños el libro ‘Jazz blanco’ de James Ellroy, me he dejado tentar y, subyugado, me he leído de un tirón sus 480 páginas en una tarde.
- Bueno, puesto que has demostrado dolor de corazón, como penitencia sólo vas a escribir un resumen del mismo. Aunque Ellroy sea un hijo de p… es nuestro hijo de p…

**


 
A raíz de la proyección en canal televisivo de 2 películas basadas en su obra, traemos este texto por prescripción diocesana.
 
‘Jazz blanco’, es la novela de James Ellroy que cierra su Cuarteto de L. A. dedicado a la corrupción policial. Aunque continúa con temas y personajes ya tratados en los otros títulos de la serie (especialmente ’L. A. Confidential’), el último volumen presenta algunas singularidades respecto a los otros tomos.
Es una novela de correcta estructura con un único y subjetivo narrador homodiegético, un teniente de policía corrupto, y que requiere mucha concentración en su caso por parte del lector, ya que el autor desarrolla la trama a partir de los recuerdos personales del protagonista con una redacción de gran economía verbal. Es prácticamente telegráfica, utiliza las palabras como música sincopada (de ahí, en parte, su título). Es como leer una agenda personal escrita con frases inconexas a medida que la crisis y el derrumbe de su protagonista se precipitan. No faltan, como en otros de sus textos, recortes periodísticos de diarios y tabloides [como ‘Hush-Hush’ (Secretísimo)] que completan y subrayan el conflicto narrado cargado de acontecimientos y nombres.
Nos lo indicaba en su día Marina Sanmartín en el ABC Cultural: “es fácil caer en una especie de estado hipnótico con la escritura telegráfica de Ellroy, que no es densa en su forma, pero sí rotunda… “
El libro está publicado por Penguin Random House en rústica, con fallos en la paginación y aprovechando una traducción anterior que deja bastante que desear en algunas expresiones.

Como indica su título, en el libro hay personajes caucásicos relacionados con el jazz. También el propio protagonista recurre a esa música como un mantra en muchas de sus digresiones. Y hay capítulos que pudieran recordar en su estructura rítmica dicho estilo a base de síncopas, [como lo termina de reseñar un blog de jazz, (unos párrafos: sincopados y crueles)].
Es curioso que Ellroy haya comentado en entrevistas que le interesaba sólo la música clásica (por ello quizás el uso del término cuarteto en su tetralogía) y que odiaba el rock e incluso el jazz. Sin embargo no conoce mal este último y lo usa en la novela tratada de diversas formas como hemos dicho. En realidad se refiere más al estilo de músicos de la costa oeste americana, preferentemente blancos, de la época en que data su historia, finales de los cincuenta del siglo anterior. En la historia aparecen dos, uno real y otro de ficción (el que tiene más relación con personajes de la trama y se hace más presente). Se trata de Art Pepper y del inventado Champ Dineen (del que se cuenta, resumiendo, su vida).
El primero con su tema "Straight Life" (Vida en orden) [que dio título igualmente a su autobiografía], del álbum Art Pepper Meets the Rhythm Section’ de 1957 [Art Pepper, alto saxophone, con Red Garland, piano, Paul Chambers, bass y Philly Joe Jones, drums]. 
El segundo con un tema principal ficticio, “Soo Slow Moods” (Muuy calmoso, o Despaacito) y otras versiones de temas estándares reales.
 
En numerosas páginas hay referencias de ellos, que intervienen en la historia de la manera que el autor ha considerado pertinente. He aquí las principales, que dan una idea de todo lo dicho hasta ahora:
… Discos rotos/cubiertas de discos. El legendario Champ Dineen: Soo Slow Moods; Una vida convencional: The Art Pepper Quartet; El Champ interpreta al Duke. (pág. 50).
… «Club Alabam: Art Pepper Quartet, todas las noches». Art Pepper, Una vida convencional ("Straight Life"): uno de los discos rotos de Tommy K.
Música extraña, pulsante, discordante. La distancia distorsionaba el sonido; el ritmo se acompasó con las voces de la gente que charlaba en la acera… Un crescendo, aplausos…
…Oscuro: ni portero ni taquilla a la entrada. En el escenario, cuatro tipos blancos, iluminación de fondo. Saxo, bajo, piano, batería; cuatro compases: ni música, ni ruido…
… Cogí una silla, observé, escuché.
Solo de saxo: bocinazos/sobreagudos/quejidos. Me serví un trago. Lo tomé de un golpe.
Calor. Pensé en Meg: tener padres alcohólicos nos había vacunado contra el licor. La llama de una cerilla: Tommy Kafesjian en primera fila. Tres tragos seguidos, mi respiración se acompasó con la música. Crescendos; sin interrupción, una balada.
Pura belleza: saxo, piano, bajo. Cuchicheos: «Champ Dineen», «Eso es del Champ». Un disco roto de Tommy: Sooo Slow Mods (Muuy calmoso)…
… Resumen del paseíto por los tugurios, puro instinto de policía:
…Loco del jazz/voyeur: el ruido alimentaba la vigilia.
Ruido/música: adelante, sigue por ahí… (pág. 112-113).
… Hice de mirón yo mismo: la casa de los Kafesjian, jazz en la radio del coche para matar el aburrimiento. Dos noches, broncas familiares; una noche, Lucille sola, desnudándose ante la ventana: la radio se acompasaba a sus movimientos…
…Trabajo en casa, dos noches: Art Pepper, Champ Dineen… Escuchando lo que rompió el intruso. Mi fonógrafo, el volumen alto: la Intuición, firme. Una sesión me empujó de nuevo al local; de allí, seguí a Tommy K. hasta el Bido Lito's. (pág. 128).
… La cómoda: ropa interior, álbumes de jazz: Champ Dineen, Art Pepper. Los mismos títulos. La colección de discos rotos de Tommy K., duplicada. (pág 185).
… Huellas parciales en las tapas de los álbumes; los discos en sí, con los microsurcos, no recogían las impresiones dactilares. Champ Dineen en mi tocadiscos: Soo Slow Down (sic), El Champ interpreta al Duke.
Música de fondo. Hojeé la Transom.
Piano/saxo/bajo: suave. Fotos de chicas insinuantes…
Saxo susurrante, contrabajo como el latir del corazón.
… Trinos del piano, magníficos.
Un número atrasado, Dineen filtrándose…
… Solo de saxo alto:
“Mood Indigo” en versión Dineen: instrumentos de viento graves.
… Champ Dineen, rugiendo. (pág. 198-199)
Colgué el teléfono y subí el volumen. Ellington/Dineen: “Cottontail”. Recuerdos: año 42, Cuerpo de Marines. Meg, la canción: bailando en la terraza de El Cortez. (pág. 200).
… Champ Dineen nos arrulló el sueño. (pág. 206).
… Un combo preparándose; hice una seña al saxo para que se acercara. Llegamos a un acuerdo: veinte dólares por un popurrí de Champ Dineen.
Las luces, amortiguadas. Vibráfono/batería/saxo/trompeta. ¡Ya…!
Temas: sonoros/rápidos, suaves/lentos. En voz baja, el barman me habló del mítico Champ Dineen.
La historia:
Salió de ninguna parte. Parecía blanco, pero el rumor convirtió su sangre en mestiza. Tocaba el piano y el saxo bajo, componía jazz y grabó algunos discos. Un tío guapo, muy colgado: follaba en las cabinas para mirones y nunca se dejaba tomar fotos. Champ enamorado: de tres hermanas, niñas ricas, y su madre. Cuatro mujeres, nacieron cuatro hijos. El papá rico y cornudo se cargó a Champ a tiros. (pág. 211).
— ¿Champ Dineen, tal vez?
— ¿Me toma por estúpida? Champ Dineen era ese compositor que murió hace años. (pág. 249).
… Música para acompañar la vigilancia: la primera noche, por la radio del coche, un poco de bop; la segunda, Champ Dineen puro.
Suave: Richie y Lucille, tal vez amantes. Suave: Glenda, volviéndose hacia mí tras un resbalón, tanto valor…
Champ Dineen: la radio del coche, con el volumen muy bajo. El eco de la música en la ventana de Lucille: la misma emisora.
Lucille en la ventana, sin maquillaje, nuevo peinado. Las fotos del dormitorio de Richie, a tamaño natural.
Un camisón puesto, casi recatado… (pág. 331).
… Girando, cayendo; TODO a ritmo de bop. Riffs de Champ Dineen; Lucille y Richie, arrojados del paraíso. (pág. 466)”.

El interés de la obra no obsta para que, a pesar de la fama del autor, seguidor confeso de Ross Macdonald, por la escabrosidad de los asuntos que trata y su éxito de ventas, no se trate de una obra maestra del género negro. Es literatura Random House, no Literatura. La falta del cinismo inteligente de un Raymond Chandler con una construcción, además, de personajes y tramas sutiles y convincentes, y sobre todo la carencia de un ajuste de cuentas con toda una sociedad, base última de los conflictos que en ella se desarrollan, sustentada en parámetros de desigualdad e injusticia cuya indagación y testimonio se perciben como finalidad, crítica y moral, en Dashiel Hammett, no devuelven, con Ellroy, la novela negra a la cima literaria alcanzada con los maestros citados.

No obstante proporciona un entretenimiento asegurado para los amantes del género. 
Existía una versión en pdf descargable a tal fin. 


© Sr. Verle