Vieja la noche
triste, en la ronda
el plátano ha
perdido toda cobriza hoja
que yacente
alfombrara las aceras urbanas
y sus trémulas
ramas, desnudadas ahora,
se encuentran
esperando la necesaria tala
que renueve su
savia.
Así,
mi cuerpo aguarda,
sajado y
dolorido, que algún querer despierte
la pasión
dormitante que aletarga mi alma.
Corazón
tormentoso,
de caricias, abrazos
y placeres, remembranza.
Con ninguna
respuesta a afligidos mensajes,
a ti te invoco,
ángel, mi ángel de la guarda,
aún no tengas
memoria del amor otorgado,
ni amanecer de
besos, ni pliegues en las sábanas.
Corazón
tormentoso,
evocación de pieles,
goce de senos,
ternura de miradas.
Pero todo es
inútil.
Vieja la noche
triste,
nada evita el
desgarro que mis entrañas sienten:
este otoño
ganaron las derechas…
por otro me
dejaste como un juguete roto.