26.11.23

Niebla.

 


Jardines embozados por la niebla

no aconsejan paseos matinales

cuando el amanecer no se adivina.

 

Sin embargo, tus pasos te conducen

por sendas desoladas al naufragio

en playas de la bruma que te asola.

 

Errar sin pensamientos definidos

dejándose llevar por la neblina

que confunde realidad y sentido.

 

Desvelos, somnolencias, abandonos…

 

Después de lo existido con angustia

a pesar del vacío que subsiste

la muerte no merece ser vivida.

 

Sin memoria cercana y sin arraigo,

repetir la rutina invariable

es sola condición de subsistencia.

 

Sin esperanza cierta, sólo eres

la bolsa reversible que recoge

a diario, la mierda de tu perro.

 

Niebla.

26/11/23.

 

 

 

 

2.11.23

Memento mori.

 


Memento mori.

 

Si la desaparición de un cónyuge, o de los padres, para muchos es el mayor de los desconsuelos, qué decir de la pérdida de un hijo. La escala comparativa, objetivamente, es inconmensurable. La experiencia supone el mayor desgarro que pueda soportarse.

Y el paso del tiempo no lo cura, el dolor permanece lacerante, aunque es leve anestesia parcial la memoria y algunos recuerdos positivos atemperan el vacío, literal, que supone la muerte de tu joven hijo.

Así, cuántas veces rememoras todo lo vivido durante su enfermedad mortal. Y sabes cómo agradeció tu compañía constante y tus cuidados cuando más desvalido se encontraba en su agonía. Pero, sobre todo, los momentos de intimidad mutua que, como nunca antes, se habían producido.

Por eso, cuando se estaba precipitando el inevitable desenlace aquella madrugada, hace ahora 9 años, a pesar del coma irreversible, con las manos cogidas le estuviste enviando, a pesar de la pena, el cariño más intenso que pudiera reconfortarle. Como hoy a ti, el recordarlo te reconforta.

 

 

1.11.23

Muerte del hijo.

[by Google]
 

Muerte de un hijo.

La muerte de un ‘sucesor’, frente a la de uno de los padres o uno de los esposos, es la pérdida de mayor envergadura que puede experimentarse, hasta el extremo de que se carece de un término que haga referencia al estado civil en que queda el superviviente: ni huérfano ni viudo.

La muerte del hijo justifica sobradamente la necesidad de una verbalización sin cortapisas añadidas. Por eso se ha puesto de manifiesto, en distintas fases del ‘duelo’ (shock, negación, negociación, ira, depresión, aceptación, pérdida, aflicción y resolución), la idoneidad del poema en prosa (véase entre otros el caso de Valente) que parece que colma la necesidad expresiva, sin ceñirse a una métrica, ni a la ruptura versal o el encabalgamiento (en palabras de Marta Agudo). No ha sido ese nuestro caso remediado con ‘La noche del olvido y otros poemas’.

Durante el desenlace de ese duelo, se ha podido producir una confusión de vacíos simétricos, el hijo ausente y el padre carente de palabras. O ha podido haber una cierta ‘identificación’ (relacionada con el sentimiento subjetivo de culpabilidad) que se puede superar con la separación -mental- del ausente. Una manera de culminación ha sido el deseo de que permanezca en la memoria la figura del fallecido y que religue allegados a través del recuerdo, concediéndole un puesto de privilegio para hacer de cada espacio de ausencia (ámbitos donde sobreviva algún fragmento suyo) un lugar habitable y habitado.

El tiempo pasa, pero el dolor no pasa.

 (Seguiremos teniendo como pertrechos las palabras de Philip Larkin:

“¿Puede incluso secar la muerte / estos nuevos lagos encantados …?”

cuando es

“… la religión,/ese vasto brocado musical apolillado/ creado para fingir que no morimos nunca,”

y

“… la vida es un lento moribundo.”

porque

“al morir, uno se rompe: los pedazos que tú eras/ empiezan a dispersarse velozmente para siempre,/ sin que nadie los vea …”

y así

“el primer día después de una muerte, la nueva ausencia/ es siempre la misma.”)

 

* * *

 

 

 

· Agudo, Mª.- “Arduo sobrevivir a lo vivido”, en J. Á. Valente, ed. J. Doce. Rev. la página 78/79, año XXI, nº 2/3. Ed. la página. Sª. Cruz de Tenerife, 2009.

· Larkin, P.- The Complete Poems. Farrar, Strauss & Giroux. New York, 2012.

 

 

13.10.23

Moon Child.


 'Hijo de la Luna'.

Un día como hoy, en 1989, en el día de su cuadragésimo noveno cumpleaños, Pharoah Sanders terminó la grabación de su álbum ‘Moon Child’.

- Recorded on October 12 & 13, 1989 at Studio Davout, Paris, France.

‘Moon Child’ es un álbum del saxofonista Pharoah Sanders grabado en 1989 y publicado por el sello holandés Timeless.

En este punto de su carrera, Sanders se había retirado en gran medida del tipo de vanguardismo chirriante en el que al principio se basó su reputación. Aquí Sanders toca con una formación de estrellas formada por Stafford James al bajo, William Henderson al piano y Eddie Moore a la batería.

La primera canción, "Moon Child", con sus atractivas voces, recuerda a los días de "The Creator Has a Master Plan", pero esta versión suena demasiado artificiosa para rivalizar con la anterior grabación clásica. El ambiente se mantiene a lo largo de todo el álbum y en la elección de las melodías cósmicas representadas en él. Ese ambiente es moderado en todo momento y la elección de las melodías definitivamente conservadora ("All or Nothing at All" y "The Night Has a Thousand Eyes", entre las seis pistas). William Henderson está encantador al piano, mientras que el batería (Eddie Moore) y el percusionista (Cheikh Tidiane Fale) se mantienen en el lado tranquilo. Los resultados pueden haber decepcionado en un principio a algunos de los fans de Sanders, pero con el tiempo el saxofonista se ha reinventado claramente como un improvisador más tradicional capaz de reflexiones meditadas y pensativas.

‘Moon Child’ fue el álbum de jazz más directo que Sanders había hecho en años. Se puede apreciar fácilmente lo que buscaba Sanders, un groove hipnótico que permitía al saxo flotar casi a voluntad.

Este último trabajo, ganador de un Grammy en 1989, revela que Sanders es igualmente magistral en la improvisación reflexiva y pensativa. Una parte menos anunciada del canon de Pharoah, lo que la convierte en un tesoro perdido que merece ser redescubierto.

En este álbum, el legendario saxofonista se reinventa claramente como un improvisador más tradicional, capaz de deliberaciones reflexivas y pensativas. Pegadizas voces místicas New Age, referencias astrológicas... Puede que Pharoah siga siendo un gusto adquirido, pero pocos jazzistas pueden igualar su fórmula única de dominar el "groove".

- Personnel:

Pharoah Sanders - tenor saxophone, soprano saxophone

William Henderson – piano

Stafford James – bass

Eddie Moore – drums

Cheikh Tidiane Fall – percussion.

 

https://www.youtube.com/watch?v=Nzj6qD2bOZU