20.12.13

'Nadadora sumergida'.



(PEQUEÑO HOMENAJE A UN CRONISTA DE SALONES)
Yo he amado a dos mujeres que no me querían, y sin embargo no quise degollar a mi perro favorito. ¿No os parece, condesa, mi actitud una de las más puras que se pueden adoptar?
Ahora sé lo que es despedirse para siempre. El abrazo diario tiene brisa de molusco.
Este último abrazo de mi amor fue tan perfecto, que la gente cerró los balcones con sigilo. No me haga usted hablar, condesa. Yo estoy enamorado de una mujer que tiene medio cuerpo en la nieve del norte. Una mujer ami­ga de los perros y fundamentalmente enemiga mía.
Nunca pude besarla a gusto. Se apagaba la luz, o ella se disolvía en el frasco de whisky. Yo entonces era aficionado a la ginebra inglesa. Imagine usted, amiga mía, la calidad de mi dolor.
Una noche, el demonio puso horribles mis zapatos. Eran las tres de la madrugada. Yo tenía un bisturí atravesado en mi garganta y ella un largo pañuelo de seda. Miento. Era la cola de un caballo. La cola del invisible caballo que me había de arrastrar. Condesa: hace usted bien en apretarme la mano.
Empezamos a discutir. Yo me hice un arañazo en la frente y ella con gran destreza partió el cristal de su mejilla. Entonces nos abrazamos.
Ya sabe usted lo demás...
(F. G. L.) 

[pics by google]

9.12.13

El invierno que viene.


Argentina ladera refulgente

de hierba plateada por la escarcha

que presagia doliente la estación más anciana,

acompaña tus huellas.


Carvallos latonados y dorados

y castaños cobrizos y broncíneos

que desnudan sus ramas cuando acaricia el viento,

abrigan tu distancia.


Guarecido de rocas, precavido

transitas tu camino y no tornas

el rostro ni los pasos a la estación errada:

ese otoño perdido

a tus espaldas.

08/12/2013.

11.11.13

Ajado y ultrajado.


Una lengua de nubes acaricia las cotas de la sierra fría, su movimiento glutinoso envuelve los penachos y baja las pendientes de las faldas, como ríos de vapor de agua.

“Hace ya tantos años… dadivoso y valiente
revelaste tu amor a inicios de noviembre.
Pero fue una semilla en la tierra baldía
que sólo te condujo a una buena amistad.
No germinó el cariño
por más que lo regaste sobre todo con lágrimas,
de alegría unas veces, de desamor las más.
Y un corazón ajado se desgranó ultrajado,
sin producir fisuras en otro corazón”.

Se cerraban los cielos, pero la amenaza de lluvia es barrida por cierzos. Luego, se iluminan los sotos y tapadas con el aire límpido y luciente de un otoño que acaece sosegante.


2.7.13

Volando voy...

De nuevo la demencia
toma forma de pájaro.


 De nuevo el miedo, el amor
tienen alas.


El miedo no debería ser un pájaro...

Sus alas
coagulando
toda existencia.



[Textos de María Ramos. La bolsa de pipas. nº 81. Mallorca, 2011]

17.6.13

‘Tierra sin pan’ (y VI)


Anexo.

 Fechas y acontecimientos significativos de la cronología hurdana.
[CATANI, M. (1989).- “La invención de las Hurdes”]

1199. En documento de  confirmación de la donación del castillo de Palomero a la Orden de Santiago por el rey Alfonso IX se citan los nombres de Mestas y Ovejuela (Mestis y Ovegiola). Ambos topónimos pueden in­dicar la dedicación ganadera de la zona, aunque existen controversias respecto a las etimologías de toda la zona. En documentos anteriores (1192) ya se constata la presencia humana en el territorio.

1289. El concejo de Granada (Granadilla) hace a La Alberca donación de la dehesa de Jurde. Se trata de un extenso territorio, correspondiente con las actuales Hurdes Al­tas, que en esas fechas constituían un espacio de apro­vechamiento ganadero para los vecinos de La Alberca. Un territorio alejado de la villa de Granada, cabeza del señorío, que constituía un verdadero enclave espacial y económico en la zona. En el documento de donación se citan algunas alquerías.

1440. Donación al infante don Enrique, de Granada y su tierra. La donación introduce Las Hurdes en un contexto caracterizado por la presencia notable de una organización señorial que incorpora la re­gión al juego de las elites de poder.

1450. Donación de Granada y su tierra a los señores de Valdecorneja (luego duques de Alba) por el rey Juan II. El nuevo señorío, que continuará hasta la abo­lición del régimen señorial, reforzará y consolidará la inserción de Las Hurdes en un contexto superior, lo que desmiente el pretendido aislamiento secular de la región.

1455. Escritos de arrendamiento de la dehesa a vecinos de, entre otros lugares,  las majadas de “Las Mestas” y “Ladrillal”.

h.1515. Posible fecha de promulgación de las primitivas ordenanzas del concejo albercano. Las ordenanzas configurarán un territorio estrictamen­te organizado, regulándose detalladamente los aprovechamientos agrícolas y ganaderos en la dehesa de Jurde. Así queda confir­mado el carácter esencialmente complementario de la dehesa con respecto al concejo albercano del que de­pendía desde la donación en el siglo XIII.

1527. Se registra una escritura actualizada del Cen­so enfitéutico otorgada por el Concejo de Granada a los vecinos de la Dehesa de lo Franqueado (Hurdes Bajas). Dicha escritura demuestra que la dehesa de lo Franqueado conoció en sus relaciones con la villa de Granada, unas relaciones más equilibradas que las que se dieron entre la dehesa de Jurde (Hurdes Altas) y el concejo albercano, el cual ejerció un duro señorío concejil sobre aquellos territorios.

1531. Escritura de Censo enfitéutico de la Dehesa de Jurde, otorgada por el concejo de La Alberca a los moradores en dicha dehesa. La propia dinámica de desarrollo interno de la dehesa de Jurde obligó a em­plear fórmulas que restituyesen nuevamente el equi­librio en la relación entre las dos zonas. El procedi­miento empleado en esta ocasión fue, como en el caso de la de lo Franqueado, la realización de un censo enfitéu­tico que otorgaba a los moradores de la dehesa de Jurde, bajo determinadas condiciones, el derecho a disponer de su propio territorio. Se citan, entre otros, los sitios de “Ladrillal” y “Las Mestas”.

1599. Fundación del convento de carmelitas des­calzos de Las Batuecas. Hecho que hay que entender como primordial en el intento de las élites de renovar moralmente la comarca, considerada ya como una tierra a evangelizar, lo que contrasta vivamente, por ejemplo, con el único expediente de condena in­quisitorial en la región (1584).

1671. Inicio del proceso de desagregación de la alquería de Río Malo, del concejo de Nuñomoral, para su agregación al de Caminomorisco. Este hecho es otro ejemplo de que nos hallamos ante un proceso de reorganización espacial, propio de una sociedad sujeta a cambios y transformaciones.

1684. El obispo Porras Atienza accede a la sede episcopal de Coria, diócesis en la que se hallaban incluidas Las Hurdes. Este obispo desarrollará una in­tensa labor en la región tanto en el plano espiritual como en el material, poniendo en marcha numerosas iniciativas encaminadas a la mejora de las condiciones de vida de los hurdanos: construcción de puentes, edificación de la Iglesia de Cam­broncino, etc. culminando su acción con el proyecto, fra­casado, de reagrupar las dispersas alquerías de Las Hurdes Altas en unos pocos núcleos, en un intento de facilitar su atención espiritual y desarrollo material. Po­rras chocó, sobre todo en el intento de reagrupación de la pobla­ción, con la viva resistencia de los hurdanos que se negaron a cumplir un proyecto que ignoraba el arraigo humano y otros argumentos de tipo material.

1700. Finalizan las obras de construcción de la Iglesia de Carboncillo (Porras Atienza).

1734. Expediente promovido por el obispo de Co­ria, Vicente y Cebrián, para reagrupar las alquerías hurdanas en unos pocos núcleos urbanos. El proyecto, que fracasará también, es una continuación de la iniciativa de Porras Atienza y constituye la confirmación de una presencia eclesiástica activa en la región.

1749. Catastro de Ensenada. «Interrogatorio» que ordenó realizar el Marqués de la Ensenada, ministro de Fernando VI, con el objeto de poner en marcha un nuevo sistema tributario.

 Recoge  datos de la comarca hurdana; es otro ejemplo de cómo Las Hurdes no permanecieron ais­ladas del contexto nacional y de cómo estuvieron li­gadas a la corriente de reformas administrativas em­prendidas por la monarquía borbónica.

1784. Se publica Viaje de España, de Ponz, que contiene una referencia a la comarca. Con Ponz se inicia la larga serie de viajeros y polígrafos que se ocupará de la región hurdana, ofre­ciendo en la mayoría de los casos una visión retórica, tópica y cargada de lugares comunes.

1790. Se realiza el Interrogatorio de la Real Au­diencia de Extremadura, una exhaustiva «encuesta» di­rigida a todos los pueblos de la región extremeña, que contiene, en el caso hurdano, valiosa información acerca de diversos aspectos sociales y económicos.

1833. Establecimiento de la división provincial de España y separación de Las Hurdes y La Alberca, que a partir de ese momento formarán parte de las provincias de Cáceres y Salamanca respectivamente. La separación de los dos territorios será una solución for­mal y administrativa que pondrá, eso sí, punto y aparte a la serie de enfrentamientos y pleitos entre hurdanos y albercanos, pero que no resolverá ninguno de los graves problemas que aquejaban a la región hurdana.

1845. Se publica el Diccionario geográfico - históri­co, de Madoz. Es un texto apenas descriptivo y se halla plagado de inexactitudes, exageraciones y tópicos.

1859. Comienza el proceso de desamortización ci­vil en Las Hurdes, primero en Pinofranqueado y posteriormente en los demás municipios de la comarca. La desamortización planteara un grave problema en los concejos hurdanos por cuanto sus bienes comu­nales salieron a pública subasta, obligando a los vecinos a comprar los territorios que habían poseído des­de tiempo inmemorial.

Por sus características y objetivos financieros, políticos, sociales, que com­prendían todo el territorio del Estado, la desamorti­zación es una intervención exterior indiscriminada, no específica, pero constituye también un expresivo ejemplo de intervenciones que acaban por desconocer o ignorar la particular realidad socioeconómica de aque­lla región.

1891. Se publica Las Jurdes y sus leyendas, del polígrafo Vicente Barrantes, que, sustancialmente, no hace sino recoger pintorescas interpretaciones de la remota his­toria hurdana.

1903. Se funda, con el apoyo de eclesiásticos y significados representantes de la élite provincial, la so­ciedad Esperanza de Las Hurdes. La Esperanza, máximo exponente de la acción organizada en torno a Las Hurdes desde postulados que reflejan la men­talidad regeneracionista moral burguesa propia de co­mienzos de siglo XX. Los objetivos de la sociedad comprendían tanto la mejora material como espiritual de la región, en un afán no demasiado alejado de los planteamientos del obispo Porras Atienza. En torno a la sociedad se fue formando un numeroso y represen­tativo núcleo de filántropos y benefactores, que co­menzaron a mover la conciencia de la opinión pública y llamar la atención del Estado hacia los problemas de Las Hurdes.

1922. El rey Alfonso XIII visita Las Hurdes. La visita real culmina el largo proceso iniciado a finales del siglo XIX y durante el cual la bandera de la regeneración del «país hurdano» fue enarbolada con verdadero entusiasmo por las élites hurdanófilas. La visita del rey es  un reconocimiento simbólico que ven­drá a impulsar el desarrollo de la sociedad hurdana en algunos aspectos materiales y culturales.

1922. Se crea, por iniciativa del rey Alfonso XIII, el Real Patronato de Las Hurdes, organismo encargado de promover y dirigir el desarrollo de la región. Entre las iniciativas que se realizan hay que destacar la cons­trucción de las denominadas «factorías», edificios des­tinados a albergar la escuela, el dispensario médico y la casa cuartel de la guardia civil; se levantaron en Caminomorisco, Nuñomoral y Las Mestas.

1927. Se publica Las Jurdes, étude de géographie humaine de Maurice Legendre, hispanista francés. La obra de Legendre quiere ser un estudio de geografía humana, pero contiene también numerosos ejemplos de apriorismos y juicios morales, producto de una mentalidad moderna, poseedora de un código de va­lores distinto, radicalmente distinto, del usual en la sociedad hurdana.

1932. Buñuel realiza Terre sans pain. No es un documental al uso porque contiene escenas producto del montaje previo. Presenta una visión cruda y descarnada de diversos aspectos de la vida cotidiana en la región.

1940. Comienzo de la repoblación forestal. Dentro de las acciones emprendidas por el Estado tras la gue­rra civil, encaminadas al desarrollo hurdano, la repo­blación forestal es la primera que destaca por su im­portancia y dimensión económica. Era un proyecto habitualmente contemplado para Las Hurdes desde principios de siglo, planteado por los hurdanófilos que veían en la repobla­ción forestal la única posibilidad de un aprovecha­miento racional de aquel territorio yermo.

Sin embargo, la repoblación, o mejor la implantación, como debería denominarse, habría de plantear a la larga numerosos problemas con los propios hurdanos, en cuyos montes comunales se realizó tras su recla­sificación como «montes de utilidad pública» pasando a ser administrados por organismos estatales.

La repoblación se efectuó en los di­ferentes términos municipales, en los montes que desde tiem­po inmemorial y más concretamente desde la desa­mortización civil del XIX, fueron propiedad legalizada de los vecinos, quienes los explotaban de forma co­munitaria. Al repoblarse todos aquellos territorios, los aprovecha­mientos tradicionales hubieron de cesar, con los na­turales perjuicios para los vecinos que, sin embargo, en un primer momento, aceptaron confiados en que ello supondría una mejora en las expectativas eco­nómicas de la comarca.

Con el paso del tiempo, se advirtió que la repobla­ción no suponía una fuente de ingresos tan sustanciales como se pensó en un primer momento aunque la tarea proporcionara jornales durante años a la mayoría de los hombres.

El descon­tento ha dado lugar en los últimos años a numerosas accio­nes de protesta y represalias que se concretan, sobre todo, en el gran número de incendios provocados in­tencionadamente en casi todos los términos munici­pales.

En otro plano, la repoblación es un ejemplo más de una intervención del exterior, en principio razonable y cargada de buenas intenciones, que choca frontalmente con una peculiar estructura social y económica asentada en la historia y cuyas claves de evolución no han sido apenas tenidas en cuenta a la hora de la realización del proyecto.

1954. El General Franco, visita Las Hurdes (1954). La visita reviste características similares a la realizada en 1922 por el rey Alfonso XIII. Se trata también de la culminación de un proceso de atraer la atención sobre el estado de la comarca que, evidentemente, sigue considerándose, como treinta años antes, el «baldón de España». Es decir, a pesar del paso del tiempo, a pesar de las acciones empren­didas por el Estado, de las iniciativas de hurdanófilos. etc. la «cuestión hurdana» seguía viva muchos años después.

 Ello obliga a una nueva intervención exterior del Estado, que acude de nuevo con proyectos de desarrollo económico, cultural y social: construc­ción de viviendas populares en varios municipios hurdanos así como la construcción de ayuntamientos, centros médicos y escuelas (todo ello bajo el impulso institucional del Plan de regiones devastadas, puesto en marcha para la reconstrucción de algunas zonas del país castigadas por los rigores de la guerra).

La visita de Franco traería inmediatos be­neficios también en el plano individual y personal para muchos hurdanos. Se realizó así una política eminentemente asistencial que no atacaba los problemas en su raíz, sino que, por el contrario, refrendaba y consolidaba situaciones ca­renciales, como se hizo en otros tiempos.

1976. Comienza el Plan Hurdes, proyecto de de­sarrollo integral de la comarca, que revitaliza las com­petencias del antiguo Patronato planificando y desa­rrollando numerosas iniciativas para la mejora de la infraestructura general de la comarca.

1998. Visita a Las Hurdes del rey Juan Carlos I…


[Todas las imágenes provienen de Google]

15.6.13

‘Tierra sin pan’ (V)


Estrategias previsibles.



Aunque Las Hurdes constituyen una unidad territorial socio-administrativa, se la considera también parte de la unidad físico-ambiental  “Sª de Gata - Hurdes”, lo que conlleva una diagnosis de cara a las estrategias más globalizada.

Respecto al sistema físico - natural, el uso del suelo está dominado por matorrales de degradación y repoblaciones forestales, como ya habíamos indicado. Se detecta una recesión de la ganadería y los cultivos forestales. El valor ambiental del territorio es medio, con un estado aceptable, poniéndose de manifiesto como problemas ecológicos, el deterioro de formaciones vegetales por incendios, el empobrecimiento de suelos por el cultivo del eucalipto, problemas erosivos por el laboreo específico que generan otros cultivos en terrazas, olivos, etc., en terrenos con inclinaciones superiores de 12º, siendo los cultivos forestales de pinos los que generan un impacto menor.

En relación con el sistema socio – productivo, se trata de pequeños núcleos muy recesivos, con despoblamiento intenso de población. Las actividades económicas se basan en los aprovechamientos agrosilvopastoriles, con un desarrollo muy restringido de actividades turísticas, frente a otras áreas de montaña, con infraestructura prácticamente nula. No están planteadas transformaciones agrarias.

En cuanto al sistema relacional, presenta una estructura mal distribuida espacialmente, incoherente y de bajo desarrollo, lo que contribuye a la postergación de la zona. Su ubicación periférica y fronteriza, alejada de centros productivos y la escasez de infraestructura, junto a mano de obra escasamente cualificada y con alto nivel de envejecimiento propicia su status de zona agraria desfavorecida.

Las comunicaciones están influidas por las condiciones naturales del territorio (relieves montañosos, etc.), con tiempos de desplazamiento mayores como en toda la zona norte, con disfunciones por baja velocidad. Una irregular y desordenada red, por problemas de orografía, con trazado sinuoso, secciones insuficientes y firmes en mal estado, hace de Las Hurdes, una de las comarcas con baja accesibilidad.

La comarca de Las Hurdes carece de una conexión con la N-630, que aumentaría considerablemente su comunicabilidad con el resto de la comunidad autónoma. El más septentrional de los ejes regionales Este - Oeste,  (Hervás - Portugal) podría potenciarse como comunicación complementaria que mejore la relación de la comarca con el resto.

Respecto al sistema de planeamiento urbanístico, se detecta un gran desfase con las necesidades actuales y futuras, por la antigüedad de su redacción (años ochenta) y la obsolescencia de sus planteamientos, con escasa adaptación a la realidad y un escaso tratamiento del territorio.

Algunas estrategias previstas pasarán por la ordenación del sistema de asentamientos, con mejoras de accesibilidad y dotación de equipamientos, inversiones en infraestructura y desarrollo de iniciativas de turismo rural y ecológico. Otras por el aprovechamiento de los recursos naturales, que, desde el punto de vista socio – económico, pasarían por la diversificación de la oferta turística y mejora de la infraestructura en ese campo, con control de posibles degradaciones del medio. No es suficiente la construcción ocasional de algún establecimiento por parte de la administración, sería una intervención puntual, no integral, que no generaría estructura turística. En áreas con incidencia turística se impondría, además, una urgente revisión del planeamiento afectado.

Las intervenciones sobre áreas rurales deprimidas como Las Hurdes, pasarían primero, por un mantenimiento de un nivel mínimo de servicios de base en las zonas rurales que padecen declive o abandono, apoyo al potencial endógeno de esas zonas rurales, diversificación de economías, basadas en agriculturas sostenibles, con medidas específicas agroambientales, y energías renovables, con la incorporación de actividades productivas como el turismo, en las condiciones antes señaladas; segundo, por importantes mejoras en la accesibilidad, y tercero por la conservación del patrimonio natural (“territorio blando”), con un adecuado diseño de dotaciones y equipamientos de ocio y turismo, rutas temáticas, turismo rural y/o verde, infraestructura hotelera, etc.

 

BIBLIOGRAFÍA.-

A.A.V.V. – Atlas de España. (2 tomos). Ed. El País y Aguilar. Madrid, 1992 y 1993.

Anónimo. – Estudio Territorial de Extremadura II. Ed. D.G.U. y O.T. Consejería de M.A.U. y T. Junta de Extremadura. Mérida, 1999.

Catani, M. – La invención de Las Hurdes. Cuadernos populares nº 27 y 28. Editora Regional de Extremadura. Mérida, 1989.

Pizarro Gómez, F.J. – “El paisaje arquitectónico – urbanístico de Las Hurdes”. Revista de Estudios Extremeños, vol. XLIII. 1987.

Puerto, J.L. y Grande del Brío, R. – Paseos por Las Hurdes. Amarú Ediciones. Salamanca, 1995.

13.6.13

‘Tierra sin pan’ (IV)


Características culturales.


Al igual que ha ocurrido en otras muchas zonas rurales de España, sobre todo las más aisladas y montañosas, la vida en Las Hurdes ha consistido, para sus habitantes, sobre todo en el hecho de hacer posible su propia supervivencia, y, de él, ha ido surgiendo la cultura tradicional de la zona. Una cultura tradi­cional que no entenderíamos si pusiéramos el acento en lo pecu­liar y en lo distintivo, y no la relacionáramos  con la de todo el con­torno del oeste de la Cordillera Central, y, sobre todo, con la del dominio leonés.

Por tanto hay que desmentir la afirmación, sostenida por diversos autores, de que en Las Hurdes no existe cultura de tradición popular. Y hay que desmentirlo ya que un acercamiento detenido a ellas demuestra todo lo contrario: La existencia de una arquitectura popular, de artesanías para cubrir las necesidades vitales, de técnicas agrícolas de cultivo, de tradiciones orales, de ritos festivos, etc.

 Las Hurdes han sido también lugar secular de des­tierro de políticos y otro tipo de personas vetadas, por unos u otros motivos, por los poderes públicos.

Aparte de la leyenda sobre Batuecas, no menos interesante es la creencia en la existencia de oro en las tierras de Las Hurdes y, sobre todo, en las arenas de sus ríos. Dicho metal precioso se obtenía mediante el lavado de tie­rras y arenas, una posible etimología de Hurdes está rela­cionada con esta tarea.

Las aldeas, alquerías y poblaciones hurdanas están íntima­mente ligadas e integradas con el paisaje, con el que se confun­den, al utilizar materiales de él extraídos y ser una prolongación humana del mismo. Así, podemos observar poblaciones en las laderas y, buscando el agua y la vida, en los lechos de los valles, junto al agua. La sierra les da su carácter: Nada apenas hay de llano en ellas, pues se sitúan en los declives, procurando no caerse por el precipicio, asentadas en leves repisas naturales.

Vistas desde el exterior, conforman caseríos apiñados, con viviendas pegadas y agolpadas unas contra las otras, entre las que es difícil adivinar calles y callejas.

A la hora de intentar un acercamiento comprensivo a las poblaciones hurdanas y a su hermosa arquitectura popular, en la que los colores negruzcos de la pizarra se confunden e integran las viviendas con el paisaje que las acoge, hemos de tener en cuenta que nos encontramos ante un enclave que, dentro de la cultura tradicional, pertenece a esa gran zona del Oeste peninsu­lar, tan rica en manifestaciones etnográficas, y, más en concreto, al dominio leonés que, durante la Edad Media, abrió un corredor por todo el poniente, de norte a sur. De ahí que sea lógico asociar la arquitectura popular de Las Hurdes y sus características, con la de otras zonas montañosas del ámbito leonés.

Esa conjunción de pizarra y madera, esa solidez de los muros, esa escasez de vanos hacia el exterior, ese apiñamiento de las edifica­ciones, ese trazado tortuoso de sus calles, esa esencialidad y sobriedad de los espacios de interior son algunas de las notas características de la arquitectura popular de Las Hur­des.

M. R. Blanco Belmonte describe en su viaje Por la España desconocida (1911), el caserío de Las Mestas: “Las paredes estaban hechas con piedras y con pizarras superpuestas, sin trabazón, sin argamasa que rellenase las junturas, sin enlucimiento de mezcla ni de yeso; los techos se erguían a la altura del hombro de una persona, y eran una mezcla de pizarras y de ramas secas; las puertas semejaban bocas de cavernas, y las ventanas y chimeneas reducíanse a un pedazo de piedra fuera de su sitio”.

En la actualidad, a causa de los ahorros obtenidos por los propios hurdanos en la emigra­ción, iniciada en los años sesenta, nos encontramos en cual­quier población de Las Hurdes con viviendas arregladas o incluso edificadas completamente nuevas.

Este hecho ha provocado un doble efecto paradójico: por una parte, la vivienda puede haber mejorado algo en los planos material e higiénico, pero, por otra, a causa de intervenciones arquitectónicamente desafortunadas se ha ido deteriorando y desapareciendo la arquitectura tradicional que tenía  unas tipologías y texturas adecuadas (el predominio de la pizarra en cubiertas y muros), modificando irremisiblemente la imagen que, en vista panorámica, provocan las alquerías a quien las contempla.

 Las viviendas hurdanas no han dispuesto nunca de muchas habita­ciones, sino que prácticamente todo su interior constituía un espacio no distribuido con muros fijos, adecuado para solucionar las necesidades básicas que  podían realizarse en un mismo ámbito. De ahí que, por lo general, las casas hayan tenido, básicamente, dos grandes compartimentos: uno para los integrantes de la familia, subdividida o no, y otro para el ganado, que incluso podía estar en una edificación contigua a la casa (cuadra o corral). Esto no es exclusivo de Las Hurdes y puede verse en otras zonas montañosas de la Península.

No obstante, en Las Hurdes ha habido casas de dos plantas y, a pesar de caracterizarse por sus escasos vanos hacia el exterior, lo que les ha dado una apariencia cerrada y compacta, no faltan en ella ventanas y balcones, a veces con hermosas balaustradas.

La casa, a veces consta de la cocina y dos habitaciones: Una hacía de comedor y la otra se destinaba para dormir y, a veces, había más de una. Se dormía en tarimas o banquillos de madera, sobre los cua­les se colocaban, a modo de colchones, unos jergones rellenos de hojas de millo de las mazarocas  (mazorcas de maíz). En Hurdes Bajas algunas casas están hechas con paredes de piedra y revocadas en su interior con adobe (mezcla de barro y paja). El tejado quedaba cubierto por lanchas de pizarra. Y la vivienda tenía tres o cuatro habitaciones o departa­mentos, con la cuadra al lado.

Para hacer un correcto análisis y valoración de la realidad de las viviendas en Las Hur­des, se ha de partir siempre de los materiales y sistemas que la zona ofrece para construir y de las necesidades tipológicas que, tradicionalmente, han tenido que solucionar las construcciones.