CUARTO CRECIENTE, LUNA LLENA, CUARTO
MENGUANTE.
NOEL
CLARASÓ
"Los hombres y las mujeres no necesitan en absoluto quedarse solteros para
ser felices ni casarse para ser desgraciados pero debido a la circunstancia de
que cuando se casa un hombre siempre se casa una mujer y viceversa, la lectura
de este libro es recomendable para los casados, hombres o mujeres, que pueden
mirarse en él y para los solteros que pueden mirarse en el espejo, cosa que ya
hacen y siguen haciendo después de ingresar en el matrimonio, con lo que queda
demostrada la perdurabilidad de
la naturaleza humana a través de las instituciones".
Plan
general de la obra.-
"Este libro
está dividido en quince capítulos, numerados con cifras romanas, del uno al
quince, o sea del I al XV.
Dentro de
cada capítulo se han hecho varias subdivisiones, para la mayor claridad en la
exposición de los hechos, numeradas con guarismos más pequeñitos que los de los
capítulos. Esta segunda numeración no es continua desde el principio hasta el fin del libro: empieza
por el 1 en cada capítulo y acaba con el número correspondiente.
Cada
capítulo lleva su correspondiente subtítulo, por puro alarde de facultades. El
autor ha oído decir algunas veces que era más difícil encontrar un título que
escribir un libro, y, para demostrar que sabe vencer dificultades, en un solo libro usa dieciséis
títulos.
Antes del
texto de cada capítulo (que es la parte esencial del mismo) se encuentran, como preliminares, un Apólogo y seis parrafitos. El apólogo (del griego apólogos relato, cuento; no
del griego apos, fuera, y logos, palabra, lengua; ni del griego apos, sin, y logos, razón. Las
desinencias griegas han dado lugar, con letras iguales, a sentidos diversos,
debido a que el griego es una lengua muerta y no puede crear una desinencia
nueva para cada una de nuestras palabras. Apocado procede de apos, sin, y cados, empuje,
arrojo. Si siempre se establecieran con precisión las etimologías de las
palabras que se usan, los libros serían un poquito más largos, pero no podría
haber dudas respecto de su significado). El apólogo (lo repito porque se ha
quedado muy lejos) no tiene que ver nada con el argumento del libro. Pero su
lectura contribuirá a formar en el ánimo un estado propicio para identificarse
con el sentido del texto. Si algún
lector ocupado (en otras cosas) sólo quiere leer los apólogos, no se enterará
del contenido del texto, pero no habrá perdido el tiempo o, por lo menos,
tanto tiempo como los que lo lean todo.
A los
apólogos, siguen seis parrafitos en forma de sentencias o «busilismos» (1). Tres de ellos convienen a un
hombre feliz y los otros tres a un hombre desgraciado.
Ser feliz
o ser desgraciado no depende exclusivamente de haber sido o no agraciado con
uno de los premios gordos de la lotería. La felicidad y la desgracia son
estados crónicos del alma que sitúan a los sujetos en planos distintos y les
suministran prismas o puntos de vista personales también distintos. Por
ejemplo: si un hombre feliz hereda, se alegra de su buena estrella; si hereda
un hombre desgraciado, se lamenta de que no haya heredado otro.
Al
principio del libro se ha puesto una lista de personajes por orden de
aparición, para que el lector empiece a trabar conocimiento con ellos y sepa
con quién se las ha de entender. Si algún personaje no le es simpático, puede
suprimir los trozos donde él interviene.
Al final
hay un epílogo en donde se examina la relación íntima de este libro con otros
dos de inmediata publicación, que serán mucho más entretenidos porque el autor
habrá aprendido un poquito más a escribir libros".
El autor.-
"Antes de ser
escritor Noel Clarasó ha sido estudiante, buzo, conserje de hotel y domador de
fieras. Hijo de una familia muy incomodada (con él, por sus rarezas) nació
casualmente en Alejandría hace algunos años. Pero le llevaron a España en un
barco de carga antes de que sobrepasara el peso autorizado como equipaje por
persona. Empezó a escribir a los seis años, aunque no publicó su primer libro
hasta pasado algún tiempo. Ha estudiado en las Universidades de Madrid,
Salamanca, Zaragoza Compostela y Barcelona y aunque no ha logrado doctorarse en
ninguna, ha podido conocer de cerca los ambientes más dispares de nuestra
patria. Terminados sus estudios, ha viajado por casi todo el mundo sin enterarse
de nada, cosa que ahora lamenta mucho, pues según él mismo confiesa, se ve
obligado a buscar la documentación en los libros de viajes ajenos. Su tendencia
a tratar temas matrimoniales se debe quizás a que se ha casado cuatro veces,
tres de ellas con muy mala fortuna".
* * *
(1) "Esta
es la primera vez que aparece la palabra "busilismo". No se sabe
cuándo la aceptará la Academia de la lengua, pero ya desde este instante ella,
la palabra, lucha con todas sus fuerzas contra
los cincuenta señores académicos, para introducirse en el Diccionario entre "busilis"
y "buso", que es el
sitio que le corresponde por alfabetización. El BUSILlSMO es de hoy en
adelante, "la expresión breve y simplificada de una verdad como un
templo". Nada más, ni nada menos. Las máximas pueden interpretarse y ser ciertas en un sentido, y en otro. El busilismo es cierto siempre y no admite interpretaciones ni filigranas. Es la lógica pura
convertida en literatura sentimental. En el fondo, nada hay más sentimental que
la verdad. Una mentira poética llena el alma de dulces veladuras, pero sólo una
verdad claramente expresada penetra como un dardo en el pensamiento. Ejemplo:
"Usted parece un imbécil, pero lo es mucho más de lo que parece".
¿Qué fibra no se conmueve? Si existe alguna debe de ser una fibra vegetal" [N. C.].
[preparado por Sr. Verle a petición de Z.]
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