19.2.09

Walter Benjamin en Ibiza


En el verano de 1932, uno de los personajes más destacados del mundo de la cultura en Europa vivió en sa Punta des Molí. Se trataba de Walter Benjamin, filósofo, ensayista y crítico alemán.

Benjamin vivió en Ibiza [ver al respecto lo investigado por el poeta Vicente Valero] durante dos períodos, el primero entre el 19 de abril y el 17 de julio de 1932 y el segundo, entre el 11 de abril y el 26 de septiembre de 1933. En ambas estancias en la isla, que lo marcaron profundamente incluso afectivamente, su producción literaria fue prolífica y relevante.

El mundo antiguo y tradicional de la Ibiza de aquella época, la serenidad y belleza del paisaje y el medio natural, la casa payesa y su sobriedad, las costumbres y el carácter de la gente fascinaron a Benjamin, sentimiento que queda reflejado en diversas obras que escribió en Ibiza y sobre Ibiza.

En sus escritos se hace patente una especial sensibilidad e interés por la cultura popular y por la transmisión oral del conocimiento. Así mismo, refleja su temor a los inminentes cambios provocados por el incipiente turismo y la especulación del suelo, en relación con la transformación del paisaje y de la sociedad.

Benjamin encontró en Ibiza un mundo que lo impresionó, por la presencia viva de lo arcaico y por la conjugación de modernidad y primitivismo, hechos que en cierta manera le hicieron idealizar el mundo rural ibicenco.

Los pasos ibicencos de Benjamin son al fin y al cabo una metáfora. Se reúnen en sus viajes no sólo las circunstancias vitales sino también un análisis de su pensamiento que nos permite, desde aquí, repensar toda su obra. Para un hombre en crisis permanente, la época se sitúa entre su divorcio y la llegada del nazismo al poder, Ibiza, con su naturaleza magnética y misteriosa, es una tregua y una sospecha del destino que le esperará más tarde.

Durante su primera estancia en la isla, alquiló una pequeña casa en sa Punta des Molí. Esta casa situada al lado del molino y de la casa del propietario de la finca fue demolida en los años ochenta. La vivienda de Benjamin fue más conocida como ‘Can Frasquito’, el apodo de su propietario, con el cual Benjamin iba con frecuencia a pescar en barca y mantenía una buena relación. Entre las obras que escribió en Sant Antoni en 1932, destacan Crónica de Berlín’ [Berliner Chronik], además de otros pequeños textos, entre ellos el cuento ‘La cerca de cactus’.

En julio regresa a Niza. Considera la posibilidad de poner fin a sus días y redacta su primer testamento.

En abril de 1933 Benjamin regresó a Ibiza como exiliado, huyendo de Alemania. Durante los primeros meses de este segundo período vivió en una casa muy cercana al faro de Coves Blanques y más adelante alquiló una habitación en el otro lado de la bahía, cerca de sa Punta des Molí. Es en este segundo viaje cuando denuncia las transformaciones que el paisaje comenzaba a sufrir y los cambios sociales que se estaban produciendo.


EP


Mantuvo contactos con Jean Selz y otros miembros de la colonia extranjera como Paul-René Gauguin, nieto del pintor, con el que también salió de pesca junto a un pescador de langostas, el cual participó en las Brigadas Internacionales y figura como trasunto en alguno de sus relatos o el pintor Raoul Hausmann, conocido de la mujer de Adorno, que vivía allí con su mujer Hadwig y su amante y modelo Vera Broïdo. Entre las obras escritas durante ese año se encuentra Agesilaus Santander’, así como otros ensayos y proyectos de trabajos.

Finalmente, enfermo, a finales de septiembre dejó la isla y se instaló en Paris. Siete años más tarde, huyendo de Francia, al no poder atravesar la frontera con España, se suicidó en Portbou.

El Benjamin ibicenco es un rebelde fiel, cercado por las penurias económicas, por las angustias existenciales que encuentra en esta isla del Mediterráneo no sólo un precario descanso personal sino también la posibilidad de realizar una anatomía de la modernidad y una crítica a ésta. La arquitectura local o las narraciones orales (que tanto le influirían en su primer viaje), el paisaje oracular o ese microcosmos de la bahía de San Antonio, donde residió, se convierten en símbolos sobre los que meditar, una meditación sobre las relaciones entre lo viejo y lo nuevo, el primitivismo y la modernidad, o si se quiere entre lo divino y lo profano, que son centrales en su obra.

(by google)

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