Un lento atardecer de hastíos
pleno…
Mano inerte que no rozas apenas
la sombra de la amada fugitiva,
temblorosa persigues
ese desnudo seno que embriagado
mi corazón exhuma y me deleita.
¿No se venga el amor con el vacío
del recordado beso que no ha sido
repuesto?
Prisionero tenaz de tu destino,
mi pensamiento escapa y sobrevive
doliente en el azar de tu deseo.
Portalegre, abril 2004.
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