frente a
reverberantes sillares del museo,
debajo de la acacia
callada y confidente,
junto al recuerdo
tuyo, rememoro nostalgias...
Volando y
gorjeando, cientos de golondrinas
adivinan tristezas
que desgarran mi pecho...
Tienes la cobardía
no exenta de egoísmo
de no entregar tu
cuerpo ni siquiera a mis lluvias,
con cantos de
sirena me llevaste al abismo
y yo buscaba un
ángel... para salvar mi alma.
La mañana se mueve
y tan lejos te encuentras...
Me voy
y prisionera te quedas del deseo.
Inútil mi tarea de
amarte cada día
A cambio de mi
vida,
tú me darás, la nada.
LA SOMBRA
CAMBIANTE DE LAS HOJAS.
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