En el sosiego de la noche umbría
señalan las estrellas el sentido
de tu triste ventura:
soportar un sinnúmero de fríos.
Ese frío de clausuradas manos,
ese frío de enigmáticos ojos,
ese frío de impenetrables labios…
Pero ya sólo quiero (robando un verso amigo)
las cosas que envejecen,
nostalgias perdurables
cauterizando un corazón herido.
La vida se consume por instantes
y tú sientes cada vez más el frío.
FRÍO.
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