La vida debería parecerse
a cruzar cada día una frontera
y encontrar, alejada de su ruido,
un tributo a lo que significa:
un paseo por los recuerdos gratos
y un enriquecimiento con visiones novísimas.
Morar otro país hecho de encargo
con un ritmo del florecer de yemas,
dormir en otro lecho taciturno
y soñar otros sueños que perturben la nada
como vientos que mudan derroteros
ayudando a la luna llena grande
a disipar las nubes de las noches
y alumbrar de irrealidad lo que de vida queda.
FRONTERA.
[23/03/2016].
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