14.6.23

No es país para viejos... que leían novelas de amor.

"La mujer podía tener veinticinco o treinta años distribuidos en un cuerpo que, pese al estado en que se hallaba, se veía esbelto y bien formado, pero nada de eso importaba ya, pues entre ella y el tiempo se abría un vacío de total indiferencia.
De espaldas sobre una reluciente bandeja de acero, no era más que un bulto esperando el sello del expedidor que lo mandara al viaje definitivo, sin retorno ni apeaderos para posibles arrepentimientos. La muerte es la única de nuestras obras que alcanza la perfección, y nos está vedada verla."
 (by gogle)
 

Así comienza uno de los doce magníficos cuentos, que podíamos prescribir uno para cada mes del año, del  libro 'La lámpara de Aladino' en Tusquets Ed. del escritor chileno Luis Sepúlveda.

Cuentos distintos, pero con guiños que presumen una urdimbre común. Comienzan con una llamita de un quinqué y acaban con la llamita de una lámpara, pasando por cafés, hoteles, catedrales, islas... y todo tipo de espectros y fantasmas. Y contiene ese relato, arriba citado, canónicamente noir y bien pergeñado que nos llevará del ángel custodio al "ángel vengador".

 

Un placer de lectura en tiempos de miseria.
(Enviado por Z.)



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