Reencuentro breve.
a M.
Este escondido amor,
dormido estaba en la memoria leve,
contigo se despierta.
Tan ajados dejó los días de mi otoño
que el corazón, asaz desconfiado,
no revive la dicha de feliz coincidencia.
Tu respuesta de encuentro
lacera silenciosa mi piel y mi recuerdo.
Tu desamor ahora,
cual tempestad de invierno,
inútil quebraría como árbol secado,
mi alma para siempre.
¡Continuas tan bella,
asmodea princesa de mis sueños!
Largo temblor de besos escindidos
tu cabello dibuja esa faz tan querida,
añorante deseo que conduce a tu boca,
esos labios tan calmos que mi sed no apaciguan.
Me negarás tus senos
y el abrazo se pierde lejana tu cintura
apagando cual lluvia mis tibios sentimientos.
Mi ansia no confina tu cuerpo inaccesible
y tus ojos, hermosos ojos grises,
traducen en jirones mis tenues esperanzas.
El tiempo, con su curso, cicatriza
los amores perdidos y su herida,
ajena se resiente a los cambios del tiempo.
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