la lluvia ha
comenzado su llanto desolado
como hace un año
apenas
cuando un primer
soneto escribían tus ojos,
o cuando caminabas
entre los tulipanes.
Abandonado a todas
soledades
-oyendo rock and roll de los sesenta-
no puedo
eliminar los blancos guardapolvos
de todo el
mobiliario de nuestros corazones,
sacudir telarañas
formadas en las almas,
añorar la llegada
de ángeles nocturnos
-cual turbadores
súcubos-
que calmen con
ternura el dolor de mis sueños:
Aquel otoño
nuestro, amarillos los álamos,
andando por la
lluvia...
cogidos de las manos.
UN
SENDERO DE LLUVIA.
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