[https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkwaLtzyUNEa_5sz5hD4m2f3qbmhaVZKLsJUMGyr80Cqs6lwrUmHZ4VUyY16ixo8N6WAyYR33qio3SrGCnBODl9e-gFxyQpoZ6NGltT-N6FCR6YJu8zvggZM1ES4CCAkLzvWPdxfGqpuyI/s1600/Harmash+-+Der+Golem.jpg]
Según la leyenda del rabino Juda
Löw, el Golem (estatua autómata de
barro a la que se daba vida por medio de
una fórmula mágica [en hebreo ‘embrión’, en el Talmud ‘sustancia amorfa’]) llevaba
escrita la palabra emeth (‘verdad’)
en la frente.
Cuando el rabí Löw le arranca la primera letra de dicha palabra
[a la sazón la aleph, primera letra
del alefato, alfabeto hebreo], entonces convierte la palabra ‘verdad’ en meth (‘muerte’).
Mediante dicha
circuncisión lingüística el Golem (‘la
sustancia sin formar’ de Salmos 139,
46) adopta, según la leyenda, su auténtica entidad de creatura.
Y es que según Foucault, la alternativa a la
muerte no es la vida sino más bien la verdad.
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