Florece en mis almendros sólo al verte
la esperanza, cercana, de tenerte
y la ilusión, tan grávida, de hacerte
promesas de gozar e infiel no serte.
Me sangra el corazón al padecerte
abandono feraz que hace dolerte
los celos que sentir tengo de haberte
querido más que nunca y no cogerte
tan cálida tu piel y poseerte
plena de arena y sal, playa saberte
frente a mi bravo mar do guarnecerte.
Con lágrimas, tal vez podré creerte
que no dejes, amor, satisfacerte...
si no te abrazo más, temo perderte.
a M.
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