No se encuentran
jazmines amarillos
ni tampoco mimosas
florecidas,
visten de nazareno
nuestro campo
los lirios y las
lilas.
Te pienso más
hermosa
que un ajustado
quite por verónicas.
Y en las rocas,
subido en mi montaña,
el viento grita...
tu nombre.
Cuando no estés
conmigo
un sanatorio en
ruinas parecerá mi cuerpo.
Te irás por los
senderos oscuros de tu calle
y mis versos serán
escritos enviados
en botella de náufrago.
Di,
¿de verdad será
nuestro
el paisaje vivido,
las piedras romas y
las jaras blancas,
los trinos de los
pájaros,
los murmullos del
agua?
Añoro aquella tarde
y el viento grita
tu nombre...
tu nombre, amor, tu
nombre de princesa.
Cuando cantas tu
canción de amor y cobardía,
¿estás
diciendo acaso que me quieres?
Cuando ríes
traviesa si te miro a los ojos.
Cuando aprietas mi
mano o besas mi mejilla,
¿tal vez
estás diciendo que me quieres?
Cuando, tan pocas
veces, me has dicho que me quieres...
¿seguro estás
diciendo que me quieres?
Entonces, vida mía,
no huyas de mi
lado,
no dejes de quererme
cuando todas las
lilas florezcan, amor mío,
cuando todas las
lilas florezcan para siempre.
EL
VIENTO GRITA TU NOMBRE.
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