Llegó el atardecer
y me cediste
melancolías,
ligeros roces
de hermosos ojos,
eco cercano al agua,
loco deseo
de ti, que amarillea
leve el crepúsculo
y azul anaranjado,
como mi alma,
deviene el cielo.
Tan lejano pervive
tu escaso amor,
parece ensueño...
¿Por qué siempre te escribo,
abandonado,
una canción de otoño?
Suaviza mi dolor
y enséñame a olvidar
a la que no se olvida.
LA HORA BAJA.
(Recuerdos de un marzo
lejano).
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