II
Como la luz caduca de las tardes
se esconde el corazón bajo la niebla
que acaricia colinas,
que predice
de grises valles lágrimas,
recuerdos tristes sin adiós heridos
y escarchas como niños con los juguetes rotos.
Tras mi último otoño no quedan primaveras:
perdidos los membrillos...
¿no volverán los
pájaros?
Ahora
nada
tengo a lo que regresar
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