IV
Amiga,
¡no!
Permite que el silencio
saje
esa oscura memoria de aquel tiempo que tu
cintura atrapa
y traspase
la herida piel de fracasados besos,
los límpidos diamantes de las lágrimas.
Ya no importa...
El bálsamo
envuelve este dolor
que, trémulas, tus lunas me toleran
y solitario
de tus manos se evade mi deseo.
OLVIDO.
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