Pesa sobre mí la adversidad de no
ser del ‘Madrí’.
Y es que no he podido serlo por
razones históricas. La genética o la experiencia, sólo Pinker
lo sabe, habrán
condicionado esta posición mía.
Tras la etapa universitaria y
núbil de desapego futbolístico (uno era rojo o hippie, pero no podía
ser hincha), ninguna referencia, ninguna alineación, aunque sí algún héroe
aislado.
Uno no ha encontrado en esta edad hiemal ningún cromo en carcomido cajón, como se halla una vieja perra gorda
en bolsillo de gabán que se apolilla en
el desván de la abuela.
Pero ahora, frente a ese querubín
peregrino llamado Messi, uno se siente atraído, cuando juega, por un diabólico
arcángel bautizado como Cristiano dos Santos.
(¡Loado sea dios, el día de Santa Lucrecia, virgen y mártir!).
(by Google)
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